jueves, 30 de julio de 2009

30 de Julio...


Hola, holaaa...! He vuelto y estoy aquí tras semanas de ausencia. Los finales de la facultad me comían el tiempo y ¡el cerebro! Por fin estoy más relajada y cargué pilas para hacer mi reaparición justamente un día como hoy, 30 de julio, día de la Amistad.

Primero que nada -y para no perder la costumbre, tengo que plaguearme-, no entiendo la finalidad de crear un día para el amigo, cuando éste debería ser todos y cada uno de los días del año. La única conclusión que me queda quitar -y una no muy difícil, por cierto- es que es un día netamente comercial, como el 14 de febrero, el día del padre, el 15 de mayo... Deberíamos comprometernos a que los 365 días del año sean un 30 de julio para volver a creer en los ideales de la niñez, el amigo invisible y los inocentes abrazos. La vida está cada vez más cara, gente. Sin embargo los sueños, las ilusiones, las charlas amenas, las miradas cómplices, los buenos recuerdos y los grandes amores siguen siendo gratis. Los recuerdos infantiles nunca dejan de ser fashion y los abrazos jamás pasarán de moda.

En fin. ¿Qué les diré yo de esto? Ya dice una de mis cantantes preferidas desde la infancia, la italiana Laura Pausini: "La amistad es algo que atraviesa el alma, es un sentimiento que no se te va... No te digo cómo, pero ocurre justo cuando dos personas van volando juntos...". Y en años es una de las mejores frases que he conocido para describir la amistad verdadera. O como decía un mensaje de texto, pero refiriéndose al amor: "Es un no sé qué, que me da un que sé yo, que sale de no sé dónde y me deja no sé cómo". Y pienso que también es aplicable al tema que me concierne esta entrada. El Diccionario de la Real Academia Española dice que amistad es "un afecto personal, puro y desinteresado". Claro.
Es como el amor, pero sin condiciones, sin límites, ni ataduras. Es ese despertar en un nuevo día, viendo la radiante luz del sol que nos ilumina el rostro y nos dice "sí, volvé a empezar". Porque a fin de cuentas es eso, un empezar desde cero. Ellos nos dan la posibilidad de recomponer errores y ser mejores personas cada día. Nos inspiran confianza, nos dan seguridad. Un día leí que la felicidad plena es casi imposible, y que ella no es más que una cantidad de bellos momentos compartidos. Y hoy creo firmemente que es tal cual.
Un verdadero amigo es aquel que ve nuestra cara sin maquillaje y aún así sigue siendo nuestro amigo. Son el sostén de que cada mañana puede ser mejor. El soporte que nos incita a levantarnos de cada caída.

El año pasado tuve una profesora bastante especial, en la facultad. Era fantástica. Cero idealista, pero honesta y apasionada. Nos llegó a cuestionar si un amigo de toda la vida deja de ser tu amigo verdadero solamente porque no fue al velorio de un ser querido o porque no te llamó el día de tu cumpleaños. Y es que yo pensaba que a los amigos se los conocía no en los buenos momentos, sino en los malos, como todo el mundo cree. Había sido que no. A ese lo conocés cuando aún pudiendo sentir envidia, celebra con vos tus triunfos y que aún en la distancia, siempre te recuerda, que mira al cielo, escoge una estrella y le pide que te proteja. Y bueno, me abrió mucho la mente y me dije a mí misma: "¡joder! yo quiero ser como ella". Tener la frialdad para hablar crudamente de unas cosas y la pasión para contar otras. Solamente ahí, en una lección media extraña comprendí que yo no quiero en lo absoluto a mis amigos, sino que ¡los amo! No dependo de ellos, cierto, soy una persona con individualidad propia, como todo ser humano, pero gracias al apoyo de ciertas personas que me apasionan, me es más sencillo continuar con el trayecto tan espinoso a veces por las calles de la vida.

En fin, no sé en realidad cómo va todo este tema del amigo. Pero quiero aprovechar hoy, que es el día de las sonrisas, los abrazos y hasta los regalos forzados, y que tooodo el mundo está feliz para decir que lo único que sé es que mis amigos son una de las cosas más importantes que tengo, porque compartimos buenos y malos momentos, nos reímos de nosotros mismos, porque podemos comer mucha papa frita sin tener remordimientos, bailamos hasta que nos duelan los pies, hablamos hasta el amanecer, nos contamos nuestros sueños, lloramos por nada, nos decimos verdades crueles y nos ilusionamos por tonterías sin prejuicios y porque siempre sé que hay una mano esperándome al final de cada batalla. Sencillamente, ellos nos simplifican la vida. Y hacen que lo que parecía jodido, sea más llevadero solamente sabiendo que ellos están ahí. No se puede explicar, no se puede demostrar... Solo lo sentimos ahí.

¡Feliz día!