martes, 30 de marzo de 2010

Cada una de tus cosas


Sin duda, el amor no es ciego, y si lo fuera, sería totalmente irreal.

Pregunto ¿no es mejor reconocer y aprender a querer también las manías latosas y adorables, los días con pelo rebelde y humor arisco, la esporádica falta de romance o la paranoia celosa, su vida en tanto caótica, su humor a veces infantil, a veces extraño, o su manejo distraído o imprudente?

Y sigo preguntando, ¿no es mejor amar a sabiendas de que a veces no nos gusta su forma de ser, de que a veces podemos no soportar ni un segundo a quien más queremos en realidad? ¿Acaso no es esa la esencia de las cosas, de la vida misma?


Llegar a comprender acaso, que nadie es perfecto, que nunca pudimos haber creído en la felicidad hasta cruzar la mirada con esa persona especial, que nos mueve al menos una baldosa cada vez que nos mira, que consigue que se nos acelere el corazón a mil por hora, que con sus ojos nos da algo más que ese sentimiento de protección, que con solo mirarnos hace que nos desmoronemos por completo y se nos ponga la mejilla colorada. Ese mismo que con mirarnos nos da la seguridad de que nos seguirá queriendo a sabiendas de nuestros malos humores, de nuestros desplantes histéricos y nuestros berrinches. Que con solo tenerlo cerca, sentimos que todo vuelve a empezar. Que ya no hay nadie más y descubrir al final que aún nos queda tanto por ofrecer. Ese que con su mirar nos desnuda el alma. Y pese a que lo hayamos buscado o no, por fin llegó. Y no solo pasó, sino que se quedó y esperó. Y al fin, lo estábamos esperando sin saber, y ahí está. A veces le tememos terriblemente al compromiso, temor a que la pasión por hacer las cosas se congele y se quede estático como paranoico. Pero si eso no es amar, entonces ¿qué es?


Nadie es perfecto, ni mucho menos yo, ni siquiera él… Pero al final del día termina siendo la única voz que queremos escuchar, es una suerte de retorno entre lo lúdico y lo ordinario, cuando regresamos a casa, o cuando recibimos su llamada, o cuando está dispuesto a cruzar calles, avenidas y hasta ciudades solo para vernos sonreír, que nos admira con nuestro limón y nuestra sal y a quien podríamos aprender a amar con los mismos condimentos… Porque el amor es un lenguaje universal y despierta lo más indeleble y frágil de cada quien, tal como lo hace la música. ¿Se le puede, acaso, amar en cada de una de sus cosas?

Ante todo, amar no es un simple sentimiento, no es un apasionado beso, ni una caricia imborrable, no es esa mano que abrazó nuestra cintura, y ni siquiera es esa desenfrenada pasión desparramada en los pensamientos o en la cama.

Amar, por sobre todo, es una lección de humildad.
No es sumisa, no, pero sí es magistral.

lunes, 29 de marzo de 2010

Cuando todos lo ven


El Tour Paraíso llegó a Paraguay de la mano de Alejandro Sanz, tras 12 años de su última presentación en el país.

El artista español vino a cerrar su gira latinoamericana con un show de espectaculares juegos de luces, destacado sobre todo por la gran pantalla led que abarcaba todo el escenario, además de dos pantallas laterales adicionales y un muy buen sonido desplegado en el escenario y a lo largo y ancho del estadio, en que alrededor de veinte mil personas coreaban a gusto aquellas memorables canciones de las primeras épocas brillantes del compositor.

Algunos nuevos temas de su último disco fueron recibidos con cierta frialdad por el público presente, puesto que aún no son muy conocidos en nuestro medio. Pero así también, los que calaron profundo y encendieron los corazones y los ánimos de los espectadores fueron esos temas que marcaron los años dorados del español, de la mano de Cuando nadie me ve, que cuando al finalizar dicho tema uno de los guitarristas y director de la banda que acompaña la gira, terminó rompiendo su guitarra por el suelo del escenario, acto que dejó perplejo a los presentes y que se vio reflejada ante una reacción bastante rockera por parte del músico.

Entre canción y canción, y ya empezando a emocionar a su público con Corazón Partío, Sanz interactuó con el auditorio y agradeció la calidez de los paraguayos.

Luego de una pausa, a oscuras, en una noche de luna llena y con un cielo abierto y estrellado, las luces se encendieron solo para iluminarlo a él sentado junto al piano, logrando un aire cómplice e intimista para deleitar con sus temas más románticos, de esos que flechan corazones, que se dedican a los enamorados, especialmente.

Tan cómodo parecía sentirse el artista, que no dejó de mostrarse suelto y carismático ni aún cuando las casi veinte mil almas le pidieron que moviera la colita. O cuando llegó el momento de cantar un No es lo mismo, tema que encabeza su álbum de estudio del año 2003, en que el público empezaba a sulfurarse, a corear y a aplaudir ese momento cumbre. "¡A ver Paraguay... No te oigo!" y los gritos de aprobación no tardaron en responder.

Sanz no cesaba en sorprendernos, cantando su Looking for Paradise -tema que canta a dúo con Alicia Keys- en compañía de una de sus coristas oriunda de Arkansas -y con una voz imponente, dicho sea de paso-. Pero el show no podía llegar a su fin así nomás. Si no sonaba ese tema, esa canción que se volvió en un himno del cantautor español. Esa melodía que hizo de él uno de los músicos románticos más destacados, esa canción dedicada a esa mujer especial, a esa "amiga" a la que le cuesta confesar su amor. Si con ese tema no llegaba al clímax, ni Lennon lo habría hecho con su Imagine, ni Arjona lo habría conseguido con Mujeres, ni Calamaro lo hubiese logrado con Paloma. Y ahí estaba. Pactando con su propio público regresar después de que pidieran un bis para proponer un popurrí con A la primera persona -tema que personalmente, amé de El tren de los Momentos-, Mi soledad y yo -de esos temas que te dejan sin aliento- y el ya himno de Sanz, Amiga Mía -ese tema que nos emociona a tantas cada vez que lo escuchamos-. Y así coronaba una noche de casi dos horas y media de show, en que Alejandro Sanz pagó la deuda de 12 años que tenía con su público paraguayo, sin dejar ningún cabo suelto pero eso sí, sin hacernos escuchar aquel Pisando Fuerte compuesto en plena adolescencia. Una noche en que es indudable que se entregó a pleno, que se desvivió con cada canción, que hizo suspirar a más de una -y me incluyo- con su inagotable carisma y su inconfundible voz y sobre todo, una noche en que celebró a todos los enamorados lo lindo que tiene el amor.

Y eso que mucho me hablaron de no ir a ver a un músico que con su último disco se había vuelto comercial y había perdido todo aquel encanto de sus veintitantos, de sus inicios. Sin embargo quienes lo vimos en el Olimpia el sábado último, vimos al mismo artista carismático de siempre. Pero que sin duda, no tiene nada de rockero. Y aún así, nos enamora. A fin de cuentas, para eso es Alejandro Sanz, para tocarnos el corazón -no para destrozar guitarras-. Aún así, un concierto en el que se entregó en un 100%, en que prometió no tardar otros doce años en volver y en que se agradece tanta empatía hacia un público que por momentos parecía no corresponderle a sus cumplidos, pero que igual logró brillar, haciéndonos ver que ese Paraíso que tanto busca en su último álbum, existe.

Y como siempre, les dejo una bellísima canción de su último disco. No de la inmensa profundidad y gran sentimentalismo de Quisiera Ser o La fuerza del corazón. Pero es un tema que dice mucho y quizás es lo más cercano a aquellos años dorados. Y que de paso, se lo dedico a esa persona especial.

Ya no duele porque al fin ya te encontré
Hoy te miro y siento mil cosas a la vez
La la la...

lunes, 15 de marzo de 2010

Somos el Mundo por Haití

Idealizado por Michael Jackson y Quincy Jones, We are the World recaudó millones de dólares para las víctimas del hambre en África. Ahora, la grabación de "Somos el mundo" capta el mismo entusiasmo, propósito y la misma generosidad de la grabación original de hace 25 años. Mediante las contribuciones de nuevas voces y el apoyo de la gente se espera ayudar a las víctimas del terremoto de Haití. De esta manera, además, la misma Fundación "We Are The World" se compromete con la transparencia y la ayuda a fomentar el espíritu de activismo que existía en el corazón del movimiento y la canción original.

EL video quedó excelente, y si querés solidarizarte tenés que entrar a www.somoselmundo.org y hacer un click en DONAR o sino en la página del video subido a youtube hay un botón a la derecha que dice DONÁTE, click ahí y les va a direccionar a la página de donación. Se puede donar desde 10$ hasta 200$, solo es cuestión de tener tarjeta de crédito.

viernes, 12 de marzo de 2010

Para generar mayor expectativa...

Esta historia, situada en 1999, es contada en forma de recuerdo. Benjamín Espósito, secretario de un Juzgado de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires, está a punto de retirarse y decide escribir una novela basada en un caso que lo conmovió treinta años antes, del cual fue testigo y protagonista. Su obsesión con el brutal asesinato ocurrido en 1975 lo lleva a revivir aquellos años, trayendo al presente no sólo la violencia del crimen y de su perpetrador, sino también una profunda historia de amor con su compañera de trabajo, a quien ha deseado y amado fervorosamente y en silencio durante años. La novela que escribe Espósito nos hace recorrer los años 70, cuando en Argentina se vivían épocas turbulentas, el aire estaba enrarecido y nada era necesariamente lo que parecía ser. Una historia dramática donde se ponen a prueba muchas cosas, desde la decisión de tomar a la justicia por manos propias, hasta la lealtad, el poder, la amistad e incluso... el amor.



Me asincero, aún no la vi, pero con ver esto ya me entran ganas de ir al primer videoclub que encuentre y alquilarlo. Darín siempre me impresiona con sus interpretaciones. Para mí, lo más grande que tiene Argentina en el cine. ¡Gran valor! Y los actores que lo acompañan, basándome en la carrera televisiva de quienes sigo hace unos años (Rago, Francella), solo puedo decir que son muy buenos actores. Importantes soportes para que Juan José Campanella y Ricardo Darín puedan haberse ganado el Oscar.

Un Oscar más para América Latina

Nuevamente un Oscar vino a Sudamérica. Esta vez a Argentina y gracias a la estatuilla por Mejor Película Extranjera que se ganó El Secreto de sus Ojos, protagonizada por Ricardo Darín, estelarizada por Soledad Villamil y Pablo Rago y que cuenta con la participación especial de Guillermo Francella.

Su director, Juan José Campanella, que ya estuvo nominado por "El hijo de la novia" (2001), ha logrado la segunda estatuilla para su país tras "La historia oficial", que obtuvo en 1985.

Simplemente es un orgullo para toda esta parte de América que un premio de la Academia haya caído en estas tierras. Más allá de que la misma vaya por segunda vez a Argentina o a la parte que fuere de este pedazo del continente. Ya pasamos por un orgullo de esta dimensión durante la entrega de las estatuillas en el 2005, en que por primera vez en la historia de los Oscar, una canción en español era nominada y premiada, en esa ocasión quien se llevó el premio fue Uruguay, por la Mejor Canción Original tras la magnífica Al Otro Lado del Río, compuesta e interpretada por Jorge Drexler para la película Diarios de Motociclieta. Aunque fue una pena que haya generado tanta polémica porque como decían que Drexler no era tan conocido a nivel mundial, tuvieron que dejar que el tema lo interpretara Antonio Banderas en compañía del guitarrista Carlos Santana en plena ceremonia de entrega. Pese a que el cantautor uruguayo no estaba de acuerdo con esto, accedió y cuando pasó a recibir el premio en lugar de dar el respectivo discurso de agradecimiento interpretó un fragmento de su canción a capella, obteniendo de alguna manera su revancha. Bien, humilde y bastante digno, viniendo de un doctor en medicina que por amor al arte dedica parte de su vida a la composición e interpretación musical y todo un orgullo para Latinoamérica contar con este tipo de talentos (además de ser uno de mis músicos de cabecera), motivo por el cual quise recordar ese hecho en este apartado cibernético.

Esta vez cabe destacar la labor del señor Ricardo Darín dentro del mundo de la actuación. Actor, director y guionista argentino, que desde los 10 años dedica su vida a la actuación. Haciendo teatro, cine y televisión junto a importantes figuras del medio y de a poco, convirtiéndose en una de las más representativas imágenes del cine argentino, tras ponerse en la piel de incontables personajes demostrando su versatilidad y gran capacidad artística, debidamente sobrevalorada por la crítica internacional. Y finalmente llega a la consagración de su carrera con el Oscar a la Mejor Película Extranjera por encabezar El Secreto de sus Ojos, junto a otros importantes valores del cine argentino. Dirigida por Juan José Campanella y basada en la novela La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri. Tras compartir terna con Ajami (Israel), La Teta Asustada (Perú), Un Profeta (Francia) y La Cinta Blanca (Alemania). Sí, es cierto, el premio va directamente para Campanella, quien dirgió esta joya del cine argentino. Pero seamos sinceros, Darín lo venía buscando y hace años se lo tenía ya bien merecido por su incansable labor dentro del cine.



Esta estatuilla no es más que un incentivo de que cuando se quiere, se puede. No importan las distancias, los años que pasen ni el gran esfuerzo que hagamos, siempre se es recompensado. Una prueba más de que hay mucho talento por descubrir y de que el arte siempre provee, desde premios sólidos hasta gratificaciones, que son más que esenciales para no coartar un sueño y seguir remando para adelante. Porque como diría Drexler: "Porque sobre todo, creo que no todo está perdido. ¡Rema, rema, rema!". Felicidades hermanos argentinos, hoy nos enorgullecen.

¡Bien por Sudamérica!

A modo de cierre de este sencillo homenaje al gran talento latinoamericano reconocido internacionalmente y manteniendo mi principio de que la música es la mejor compañía, les dejo Al Otro Lado del Río -cantada por él mismo-, el tema que dio a Drexler una gran consagración musical a nivel mundial y que por sobre todo, tiene un fuerte mensaje positivo. Que lo disfruten, porque bien vale la pena.

martes, 9 de marzo de 2010

¿A que no?


¡Es un genio este Liniers! Sus caricaturas e ideas aniñadas son ¡únicas!

Yo, mujer


"¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? Yo que soñaba despierto ya no sueño dormido. No entendí si ibas a ser libre o esclava. No entendí si fui tu dueño o un borracho que pasaba. Soy grande pero tengo algo que aprender, es el día mundial de la mujer", verseaba Andrés Calamaro en uno de esos pasionales renglones costumbristas.

A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido utilizadas y pisoteadas. Y no es puro feminismo lo mío. Nuestras antepasadas no tenían derecho al voto y solo debían dedicarse a traer hijos al mundo y servir al hombre haciendo las labores del hogar.

Enfocándonos más enteramente en nuestra sociedad paraguaya, seguimos siendo conservadores. Desde pequeña a la mujer le enseñan que debe ser ama de casa, cocinar, planchar, lavar, barrer y criar a los hijos. Pero en realidad la mujer es mucho más que eso dentro mismo de una sociedad. La época actual está degenerando a las mujeres. ¿Cómo esperar romanticismo de parte de ellos en pleno siglo XXI si el mundo de la publicidad, del cine, el teatro y la televisión se valen de la imagen de mujeres bellas para promocionar y hacer exitosos sus productos? Usan a las mujeres como objetos de deseo, no como piedras preciosas, que por más antifashion que podamos ser, podemos valer mil veces más que una imagen escultural.

Hoy día, la mujer sigue luchando por la igualdad de derechos. Bien, que en realidad tan ardua lucha nos trajo bastantes problemas. Ahora nos ponemos lindas, salimos a trabajar, nos ponemos lindas, llegamos a casa para cocinar, barrer, limpiar y ordenar, nos ponemos lindas para recoger a los hijos de la escuela, nos ponemos lindas para recibir al marido del trabajo, nos ponemos lindas para dormir y volver a despertar impecables... Y en realidad, ¿cuándo nos vemos en la libertad de ser nosotras mismas, tal cual, sin maquillaje de por medio? ¿A quién se le ocurrió la poca brillante idea de la liberación femenina? En fin. Por una parte lo comparto, pero por la otra creo que en parte nos equivocamos a causa de nuestro afán ese de rebelarnos ante una sociedad machista.

La idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo XIX, en plena revolución industrial y durante el auge del movimiento obrero. La celebración recoge una lucha emprendida en la antigua Grecia por Lisístrata, quien empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra, y que se vio reflejada en la Revolución Francesa: las mujeres parisienses, que pedían "libertad, igualdad y fraternidad", marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino, pero no fue sino hasta los primeros años del siglo XX cuando se comenzó a proclamar, desde diferentes organizaciones internacionales de izquierda, la celebración de una jornada de lucha específica para la mujer y sus derechos.

Es así como celebramos la igualdad de derechos, la liberación femenina y parte de nuestra gran tortura. Somos independientes, cierto.

"No nos quedamos calvas.
Tenemos un día internacional y otro nacional.
Podemos usar tanto color rosado como azul.
Siempre sabemos que nuestro hijo es nuestro.
Tenemos prioridad en los naufragios".

Pero también es cierto que somos multifunción. Y que hacemos todo lo que hacen los hombres... Pero con tacones altos.


Ricardo Arjona es quien describe con tanta delicadeza a la mujer:
"No sé quién las inventó, no sé quién nos hizo ese favor tuvo que ser Dios, que vió al hombre tan solo y sin dudarlo pensó en dos... En dos. Dicen que fue una costilla, hubiese dado mi columna vertebral por verlas andar...".

La Madre Teresa también lo dijo:
"Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina".

Pero si tengo que elegir, les dejo con el que considero como único ídolo más grande del rock y de todos los tiempos, el señor John Lennon. De acuerdo o no, para celebrar el 8 de marzo, esa fiesta en que recordamos la lucha de la mujer por su participación en pie de igualdad con el hombre en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona, me despido con Woman, escrita por Lennon en 1980 como una oda a su esposa Yoko Ono, y que fue introducido por el cantante susurrando "Para la otra mitad del cielo...". Les dejo también su letra y traducción al español.

No sé si servirá de algo, pero este es mi pequeño y humilde aporte a la conciencia de quienes me leen.

¡Bis bald!


WOMAN I CAN HARDLY EXPRESS
Mujer, apenas puedo expresar
MY MIXED EMOTIONS AT MY THOUGHTLESSNESS
Mis contradictorias emociones en mis aturdimientos
AFTER ALL I´M FOREVER IN YOUR DEBT
Después de todo, estoy eternamente en deuda contigo
AND WOMAN I WILL TRY TO EXPRESS
Y mujer, intentaré expresar
MY INNER FEELINGS AND THANKFULNESS
Mis sentimientos íntimos y mi gratitud
FOR SHOWING ME THE MEANING OF SUCCESS
Por mostrarme el significado del éxito

WOMAN I KNOW YOU UNDERSTAND
Mujer, yo sé que tú comprendes
THE LITTLE CHILD INSIDE OF THE MAN
El niño que existe dentro de mí
PLEASE REMEMBER MY LIFE IS IN YOUR HANDS
Por favor, acuérdate: mi vida está en tus manos
AND WOMAN HOLD ME CLOSE TO YOUR HEART
Y mujer, llévame pegado a tu corazón
HOWEVER DISTANT DON´T KEEP US APART
Para que la distancia no nos mantenga alejados
AFTER ALL IT IS WRITTEN IN THE STARS
Después de todo, está escrito en las estrellas

WOMAN PLEASE LET ME EXPLAIN
Mujer, por favor déjame explicarte
I NEVER MEANT TO CAUSE YOU SORROW OR PAIN
Nunca quise causar tristeza o dolor
SO LET ME TELL YOU AGAIN AND AGAIN AND AGAIN
Por eso, déjame decirte otra vez, otra vez y otra vez
I LOVE YOU, YEAH, YEAH
Te amo, sí, sí
NOW AND FOREVER
Ahora y para siempre!

lunes, 8 de marzo de 2010

Noche de pasión amarilla a tecnicolor


No faltó quién diga que The Viva la Vida Tour era una gira más del montón, de una de esas tantas y brillantes bandas británicas que a tan buen rock nos tienen acostumbrados.

Pero en realidad, seamos sinceros. Para algunos, este fue mucho más que un recital de esos que da la impresión de que esa noche no sería otra distinta de las demás en la cual un artista extranjero llega a cumplir, pasa por caja y se va.

“Como en el amor, nos gusta ir de a poco, despacio”, decía Martin en aquella recordada conferencia de prensa realizada durante su primera visita a suelo argentino. Y con esto intentaba exponer la razón por la cual se presentaban en la intimidad de un teatro, como lo era el Gran Rex, en lugar de hacerlo en una típica arena rockera. Entonces, como diría un articulista porteño, "si aquel acercamiento inicial había sido un beso y alguna mano que bajó por la cintura, esta segunda visita fue pasión y sexo". De mejor manera no pudo describir lo insdescriptible de un show soñado para muchos, inesperado por pocos, pero definitivamente, indiferente para nadie.

Tal como dicen, lo bueno se hace esperar. Tras tantos vaivenes con que el estadio de River Plate se clausuraba debido a quejas de los vecinos por las vibraciones causadas, tras rumores del cambio de escenario y hasta de la cancelación del recital, era necesario ver un show con características espectaculares hasta pellizcarse y empezar a creer que no era un sueño. Que las mariposas coloridas, las pelotas amarillas y finalmente los impresionantes fuegos artificiales... Eran reales.

Rosal, un incipiente grupo de indie rock argentino abría el show a las 18:30 aproximadamente. Para dar lugar después y a modo de preámbulo a la Banda de Turistas, que deleitaron al público con pegadizas melodías y se marcharon ovacionados. En espera de las estrellas principales, aparecía Natasha Khan encarnada en Bat For Lashes, que danzó entre ritmos tribales y firmó un show tan etéreo como mágico.

La llovizna empezaba a caer tenuemente, lo que otorgó su toque emotivo y épico cuando sonaban los primeros acordes de esa Vida Tecnicolor eminentemente instrumental, que abría el show con las guitarras de Jon y Martin estableciendo la tónica melódica de lo que se venía. Y claro, a modo de preámbulo a la particular voz de Chris Martin para ensancharse con Violet Hill, demostrando de entrada que esa no sería una velada común y corriente en la historia de los conciertos multitudinarios de la metropólita ciudad de Buenos Aires.

En sus temas no tienen la potencia ni la prepotencia de Oasis, ni tampoco el carisma de Bono o de Tom Chaplin. En escena, tan solo pareciera que quieren caer bien a las ya de por sí entusiasmadas 63.000 almas que copaban el Monumental. Pero Coldplay no se conforma con eso. Sin más preámbulos, la banda quiso sorprendernos con un repentino amor amarillo, mientras una decena de globos gigantes y amarillos se abrían paso entre la multitud con el impactante sonido de Yellow, ya categorizada como himno de la banda, lo que generó uno de los picos más altos y alcanzando el clímax nocturno. Pero no. Una vez más Guy Berryman, Jon Buckland, Will Champion y Chris Martin intentaron asombrarnos (lográndolo en el intento, valga la aclaración). Y apuntaron al corazón con frases tan emblemáticas como "Las cuestiones de la ciencia, de la ciencia y del progreso no hablan tan alto como mi corazón", o "Las luces te guiarán a casa y se encenderán tus huesos y voy a tratar de arreglarte", o "La parte más difícil fue dejarlo ir, sin formar parte"... Con The Scientist, Fix you y The Hardest Part se magnificaba la postal más nítida de lo que fue, es y será el rock de estadios. Hasta que el mismo Martin pide que se realice la ola con todos los celulares encendidos al momento de homenajear al rey del pop, Michael Jackson, con un acústico a tres guitarras del memorable clásico Billie Jean. Emotivo.

La ausencia de clásicos como Trouble, Speed of Sound o Shiver era compensada con el lanzamiento de Don Quixote, canción compuesta en un hotel de Tokio y que formará parte de su próximo álbum. Y la ovación del "olé, olé, olé, oleeee... Coldplay... Coldplay" hicieron ver que por algo es una de las bandas británicas de mayor prestigio planetario.

Miles de maripositas de colores caían sobre las cabezas del campo y volaban alegremente hacia la mitad de la cancha. Para ese entonces, Coldplay ya había llegado a uno de los momentos más cumbres de la noche con "Lovers In Japan", ese himno dedicado a los enamorados, además del "Viva la Vida" y "Death Will Never Conquer". Y ya no había lugar para pensamientos oscuros. Esto era la vida en technicolor según Chris Martin y se sentía así: liviana, flotante y tornasolada como un cielo de barriletes.

El cielo parecía abrirse con los movimientos destartalados de Christopher Anthony John Martin, ese muchacho ambidiestro que cubrió cada rincón, transpiró, y que incluso intentó hablar español (con un acento y una dicción bastante errada por momentos, pero que nunca dejó de entrever su encanto natural) con frases apenas concluidas del tipo "¿Cómo estás, deresha?" y comentarios graciosos que hicieron del show más que un recital de una de las bandas más importantes de la actualidad, a un encuentro de cuatro universitarios apasionados y sensibles con la música.

Una versión remixada de "God Put a Smile upon your Face", con parte de "Talk" termina siendo una suerte de la aceleración del tiempo que es interrumpida, triunfalmente, por "Viva la Vida", un hit en estado de gracia, que a partir de ahí dejaba al show crecer en su forma y en su espíritu festivo.

Una gran pantalla de fondo, otras dos pantallas interactivas y pasarelas para adentrarse en el ojo de la multitud, además del excelente sonido y el vestuario inspirado en "La libertad guiando al pueblo", de Delacroix, y la propuesta liderada por la favorable voz de Chris Martin, hechizó a la audiencia. La pirotecnia y esa relectura cosmética de las grandes conquistas libertarias (los uniformes filo-legionarios) funcionan como elementos visuales para algo que parece flotar en el aire, en la sonrisa dibujada de Martin y en las épicas y poéticas melodías de este Juego Frío, que tanta alegría nos ha dado y que culminaba con el broche de oro de un impresionante estallido de fuegos artificiales que ponían fin a una de esas veladas más innolvidables de la mano de Life In Techicnolor II. Y que lamentablemente sabemos está muy lejos de llegar a nuestro país. Aún así, para los que vivimos la experiencia, esto fue más que un recital, un amor amarillo que transformó la vida en tecnicolor, reabriendo una gira sudamericana llena de energía y poemas transformados en bellas melodías, y, que como siempre, está predestinada al éxito.

En definitiva, Coldplay justificó cada centavo del valor de la entrada (a la salida incluso regalaban LeftRightLeftRight, un material con temas en vivo que meses atrás fue obsequio para sus fans, vía internet) con un espectáculo que será recordado durante muchos años. Sí, así mismo, como aquel amor que empieza despacio.



Ahora sí me tomo la libertad de la subjetividad que no me permite mi afán de periodista, pero que me da mi posición de espectadora: ¡Vale la pena estar vivo. Y ahora sí, ya me puedo morir tranquila!

Viernes 26-febrero-2010 / Buenos Aires - Argentina