jueves, 29 de abril de 2010

A modo de preámbulo


Como el título lo dice, esto es nada más que un preámbulo a lo que les voy a presentar a continuación.

Se trata de una sencillo reportaje realizado después de asistir a una conferencia ofrecida por el Foro de periodistas Paraguayos, en que se trató el tema del futuro que les depara a los medios tradicionales de comunicación.

Antes de que se molesten en leer lo que sigue, quiero aportar un grano de arena a la nueva era de la información diciéndoles que estén preparados para los nuevos formatos y las transformaciones a las que se someterán nuestros medios (y me atrevería a decir que hasta algunos comunicadores). Hay muchos otros temas que me gustaría abordar en algún otro momento, como la monopolización de los medios, o el polémico análisis del periodista empírico (en particular, existen algunos muy buenos a quienes hoy considero mis mentores y estoy muy agradecida). Pero tuve la brillante oportunidad de asistir a esta conferencia y esto fue el resultado, una recoplicación analítica de lo mencionado y otra recopilación interpretativa de lo que me tomé el deber de hacer. Y lo dividí en dos partes para no hacerlo tan extenso en una primera impresión.

Por consiguiente, también me veo en el deber de advertirles que así como tienen que adaptarse a las tecnologías antes de que éstas nos pasen por encima, no permitan, jamás, que se apoderen de sus vidas. Contrólenlas a ellas, por nada del mundo dejen que sean ellas quienes gobiernen sus vidas. Después de todo, seres humanos como nosotros, solo que con un poco más de destreza y práctica en estas cosas, fueron quienes los crearon.

Lo último que les digo es que los medios y las herramientas pueden cambiar, mutar, evolucionar,pero el compromiso siempre sigue y seguirá siendo el mismo. Y ese compromiso es mucho más importante que cualquier cosa.

Esonomásqueríadecir.

Ahora analícenlo ustedes mismos.

La nueva era de la información. PARTE I

DIARIO IMPRESO vs. DIARIO DIGITAL


Hoy, una computadora con acceso internet, puede simplificarnos significativamente la vida. El académico y periodista norteamericano Philip Meyer, profetizó que en abril del año 2043 se imprimiría el último diario en papel, augurio proclamado en su libro ‘The Vanished News’ (‘El periodismo que se desvanece’), y pronosticando así el fin de la prensa escrita, propiamente dicho.

Analicemos lo ocurrido en los últimos años en Estados Unidos.
Trece millones de ejemplares perdieron los diarios impresos, lo que llevó a despedir a cantidad de periodistas y disminución del plantel. Sin embargo, el número de lectores de diarios digitales creció en Internet de cero a setenta y cinco millones.
En Brasil, sin embargo, caso contrario, debido a la mejora en la economía, los últimos años aumentó considerablemente su número de lectores de diarios impresos, desterrando así el mito de la poca vida útil que se viene proclamando desde hace 50 años a estos medios tradicionales.

Se especula la evolución sistemática a un nuevo tipo de periodismo, en que no se trata de llegar a una competencia entre el digital y el impreso, sino dándose un desdoblamiento y una transformación a un nuevo estilo de medio masivo, desarrollándose mutuamente. A fin de cuentas, hoy día, los medios digitales aún no pueden existir solos, todavía no resultan muy rentables para subsistir por cuenta propia, debido, sobre todo, a que las grandes corporaciones y anunciantes (entiéndase por auspiciantes publicitarios y comerciales), así como los mismos medios tradicionales, aún no han cambiado el chip mental para centrarse en una circulación más dirigida, comercial y digital.

Jeff Jarvis, crítico de televisión, fundador de la revista ‘Entertainment Weekly’, columnista del ‘San Francisco Examiner’ y profesor de Periodismo en la Universidad de Nueva York especula que en un futuro (no tan lejano) cobrar por las noticias en la red podría ser un suicidio, puesto que muy poca gente estaría dispuesta a pagar a cambio de ser informado. En pocos años más, la empresa informativa ya no se podrá permitir ser enorme, haciendo todas las noticias y empleando a todos los periodistas, sino que deberá colaborar con las famosas redes de ciudadanos y los blogueros para volverse más eficiente.

Con la llegada de Internet a nuestras vidas, se rompieron totalmente las barreras de espacio y de tiempo. Tener acceso a medios tradicionales de cualquier parte del mundo, sin importar los husos horarios o la transmisión momentánea, se ha vuelto algo tan sencillo pudiendo llegar así a todos lados.

En este momento, se instaló como algo muy de moda, el denominado periodismo ciudadano. Lo escuchamos por todos lados, pero en realidad pocos saben que esta nueva evolución del periodismo tradicional cobró mayor auge en Corea del Sur con el periódico Ohmynews que sólo se publica en Internet, y que nació hace más de cuatro años, que en su redacción cuenta con más de 36.000 particulares registrados, que desde sus casas, tan pronto informan de cualquier novedad como redactan una crónica sobre el último estreno de Hollywood. En su país ha tenido un éxito arrollador y actualmente es uno de los medios de comunicación de referencia, con más de dos millones de visitantes cada día. Según su fundador, el periodista Oh Yeon-Ho “con OhMyNews, deseamos decir adiós al periodismo del siglo XX, donde la gente veía las cosas a través de los medios tradicionales y conservadores. El concepto principal es que cada ciudadano puede ser un reportero. Un reportero es el único que tiene las noticias y quien está tratando de informar a otros”.

Y ante estas declaraciones, a los periodistas de la vieja escuela nos queda preguntarnos: ¿Qué pasará con los periodistas profesionales si hoy día cualquiera que tenga acceso a Internet puede convertirse en reportero? La respuesta no es sencilla. Los periodistas veteranos deben ir emigrando a áreas digitales. Nunca será lo mismo leer a un periodista que haya pasado por una escuela o que sea llamado empírico efectuando la investigación y recolección de información. La esencia del verdadero comunicador está en salir a la calle a buscar la noticia. El que procesa la información debe ser una persona especializada, porque a medida que nuestra educación deje de crear analfabetos funcionales, la sociedad se volverá más exigente y va a pedir un profesional que procese debidamente la noticia.

La nueva era de la información. PARTE II

LOS MEDIOS DEL FUTURO


De ahí que es importante enseñar a hacer periodismo con nuevos formatos, de otra manera, se están formando simples y futuros desocupados. A medida que las tecnologías van avanzando, a medida que la gente va accediendo a ellos, los periodistas podemos pasar a convertirnos en obsoletos, como una cámara a rollo o un celular ladrillo. Puesto que hoy ya no basta con saber leer y escribir para ser comunicador. Hoy día también se exige tener otros conocimientos de gran valorización, como editar videos, crear mapas interactivos, saber utilizar las redes sociales… Es decir, se exige, sin tapujos, periodistas capaces de brindar información multimedia.

Se preguntarán entonces, por qué después de todo lo dicho y descubierto hasta ahora por la insaciable sed de curiosidad del ser humano, se siguen comprando diarios impresos. A eso voy. El periodismo de análisis y de profundidad sólo lo sigue teniendo el diario en papel, pues el mismo ha ido mutando a un periodismo más profundo que el periodismo digital. Lo dijo García Márquez: "No importa quién cuenta primero, sino quién cuenta mejor". En síntesis, ni Internet, ni las radios ni la televisión tienen esa capacidad de hacer llegar una noticia con todos sus paradigmas. Y más teniendo en cuenta que hoy día Internet no se usa solamente para tener presencia en el resto del mundo, sino también para muchas otras cosas. Y Paraguay puede no resultar un buen ejemplo de ello, teniendo en cuenta el escaso acceso a Internet y el alto costo que pagamos por el servicio. Cuando en Japón, de a poco, se va instalando 10 MB por casa. ¡Imagínense! ¡Por casa! En Estados Unidos, durante el 2009, Internet facturó más que la televisión. Y los locutores parecen sentirse confundidos en cuanto a la primicia, ¿publicarlo primero en la web o en la radio? Es categórico que el papel va a llegar a su extinción definitiva en algún momento. ¿Cuándo? A medida que haya más ancho de banda y tecnologías nuevas, a medida que se sigan instalando planes del tipo ‘una computadora por niño’ y otras estrategias maravillosas que permitan al paraguayito subdesarrollado acceder a la caja maniática, pero así también, brillante, más conocida como PC.

La abolición del papel no solo será el paso a una nueva era periodística, teniendo en cuenta los árboles que talamos para que se impriman alrededor de cien mil ejemplares por día en un país en que se ha producido una baja del 35% de ejemplares vendidos desde el año 1997 hasta la fecha. Es un dogma que el medio no va a desaparecer como todos temen, va a tener otro lenguaje nomás. Y eso va a ocurrir solamente a medida que tanto empresarios, como anunciantes e instituciones cambiemos el chip mental de que Internet es la nueva era de la comunicación. El New York Times, uno de los periódicos más importantes del globo, cobra el ingreso a su página web, tras la baja de demanda producida en los últimos años. Por este motivo es que debemos estar preparados para que dentro de los próximos diez años, podamos ver a los medios totalmente transformados. Todo se distribuirá de forma electrónica e Internet acabará con los diarios de papel, aunque en Paraguay será un trabajo que irá en aumento de manera lenta y trabajosa.

El medio digital es un medio en sí mismo. Si bien es cierto que Paraguay puede estar atrasado en muchas cosas, no así en telefonía móvil. En que tenemos más novedades que en Brasil, por ejemplo. Y ese es el soporte que debe empujarnos a exigirnos a nosotros mismos a decidir no ser unos analfabetos funcionales. Los periodistas de radios, en la mayoría de los casos, nos volvemos diario-dependientes. Y esto se vuelve un círculo vicioso a no acabar, convirtiéndonos en periodistas reciclados, que a su vez es una desventaja de que se extinga el diario de papel. Si el diario tradicional va a seguir siendo eco de lo que ocurrió ayer, está condenado, penosamente o no, a la extinción.

En mi posición de futura periodista, que me confiere mi papel de estudiante, considero a la capacitación una cuestión personal. Cada uno de mis compañeros, incluso yo misma, podemos cumplir una carga horaria, pasar los exámenes, asistir a clases y aún así ser uno más del montón. Por eso considero que nuestra capacidad no solo depende del medio en que nos tocase trabajar, sino más bien, de nosotros mismos. Internet se volvió en un placer culpable de jóvenes que cuelgan y ventilan sus vidas en la red. Las redes sociales, incluso, si no sabemos controlarlas, pueden manejarnos sin permiso siquiera. Pero así también, Internet da la posibilidad de que esta nueva camada y generación de jóvenes que ya nacimos en una era en que casi todo está automatizado, tratemos de informarnos y leer hasta libros digitales de infinidad de autores y páginas, y ya no debe de extrañarnos el hecho de que en pocos años no necesitemos teclados para ver nuestras palabras traducidas a un ordenador. Y quizás, incluso, la digitalización de los medios, destierre de una vez por todas, la monopolización institucionalizada de los mismos, convirtiéndolos no en un periodismo ciudadano, pero sí en la voz mediática del pueblo. Y creo que ese tema debe ser desarrollado en otro reportaje.

A fin de cuentas, ese es el tema central de este post, con una pregunta retórica que dejo al aire para que en unos años más sea debidamente respondida: ¿Cómo serán los medios del futuro? ¿Una suerte de Supersónicos paraguayos? Una interrogante que solo encontrará su respuesta con el fortuito o no correr de los años.




P.D.: Gracias al Foro de Periodistas Paraguayos, que organizaron una Conferencia sobre el futuro de los medios tradicionales, en el Auditorio del Amba’y de la Universidad del Norte y que contó con la presencia de figuras del medio como Andrés Colmán Gutiérrez (por Última Hora), Rufo Medina (por ABC Color), Leo Rubín (por Holding de Radio), Edwin Brítez y Jorge Benitez. Gente que en muchos estudiantes, como yo, lograron abrir la mente en cuanto a lo que nos depara el futuro como periodistas a los que nos exigirán ser multipatéticos y no solamente aprendices de la vieja escuela. Estos son los créditos que les otorga a estos grandes valores de la comunicación una principiante periodista que sueña con ser escritora. Mis más sinceros agradecimientos por su labor.

lunes, 26 de abril de 2010

¿Libertad de expresión o Comunicación institucionalizada?

"La pluma es la lengüa del alma". Miguel de Cervantes Saavedra.


Un 26 de abril, pero de 1845 y bajo el Gobierno de Don Carlos A. López, en una máquina impresora adquirida en Río de Janeiro, se imprimía el primer número de El Paraguayo Independiente. Esta publicación, principalmente, respondía al esfuerzo por obtener el reconocimiento de la Independencia Nacional.
Y con esto nace el periodismo paraguayo. En síntesis, hoy cumplimos 165 años como el nuevo poder. Uno arraigado en épocas de dictadura, un cuarto poder no estatal ni Gubernamental y un contra poder institucionalizado.

Desde entonces, el periodismo en el Paraguay ha pasado por un desarrollo difícil que vio la luz con El Paraguayo Independiente, que tuvo una efímera vida tras lograr mencionado objetivo.

Durante la Triple Alianza jugó un papel importante reconociendo la valentía del soldado paraguayo y defendiendo la soberanía del país. En la época colonial, el Paraguay vivía una prolongada era de pobreza e incomunicación. Una era que no permitía el ingreso de publicaciones extranjeras que propagaran ideas revolucionarias de libertad y emancipación.

Ya producida la Independencia e instalada la dictadura del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, fue reprimida la introducción al país de correspondencias, periódicos, cartas, gacetas y libros.

Recién, luego del deceso de Francia y ya instaurado el primer Presidente Constitucional, Don Carlos Antonio López, en 1844, dejaron las puertas libres al comercio extranjero facilitando el ingreso desimulado de noticias y correspondencias.

Para acallar la campaña periodístcia ejercida desde el Río de la Plata contra la política del Gobierno de Paraguay, don Carlos se vio en la necesidad de abrir el primer establecimiento de una imprenta.

Conseguido el objetivo de que Argentina reconociera nuestra soberanía, El Paraguayo Independiente perdió su razón de ser el 18 de setiembre de 1852, luego de haber sido publicado 118 números.

A partir de 1853, iban apareciendo El Semanario, Eco del Paraguay, La Aurora, El Centinela... Durante la Guerra del '70 aparecieron también otros órganos de guerra como El Cabichui, Cacique Lambaré, La Estrella...
Luego de la Guerra Grande, el periodismo adquirió inusual difusión por ser el único medio de comunicación pública. Y siguió su proceso evolutivo.

Hoy, 165 años después, al periodismo paraguayo le sigue siendo tan difícil como en sus inicios de vida. Ya se instaló, en teoría, la libertad de prensa, pero la monopolización de los medios por parte del enriquecimiento desmedido arrastrado desde la época stroessnista en favor de un pequeño círculo beneficiado, es innegable. Existe la libertad de expresión, pero seguimos siendo censurados cual si fuéramos títeres de una densa postura institucional. Nos autocensuramos porque a pesar de ser la voz del pueblo, por encima de todo está la posibilidad de comer y trabajar en un país con escasas oportunidades.

En un país con una dictadura enmascarada como la nuestra, donde la gente con talento se va pronto y los malvados y mediocres envejecen apaciblemente, debería ser un orgullo que un joven Alfredo Seiferheld haya sido capaz de innovar el formato de la acartonada hisográfica paraguaya y que no logró uno de los sueños de su vida, ver caída la dictadura de StressnerM murió hace más de 20 años sin riquezas ni poder y sin haber ocupado jamás un cargo público. Como periodistas deberíamos saber que Santiago Leguizamón cometió sus errores, pero murió honrando su profesión, aunque sacrificándose en balde a causa de una impunidad que hasta hoy sigue siendo el pan nuestro de cada día.

Con 165 años, bien valdría la pena evaluar nuestra madurez laboral (evaluar justamente, si es que la hay). Los jóvenes periodistas somos privilegiados por haber crecido ya en una generación sin miedos ni inhibiciones políticas de ningún tipo. Honremos las memorias de fantasmas proscriptos y héroes glorificados y no reconocidos, como Alfredo y Santiago.

Que lo que ellos han aportado, no solamente quede enterrado en nuestras memorias, que no quede sólo para la historia, que su implacable labor sea ejemplo de dignidad y ética periodística. Honremos la memoria de Rafael Barret, que aseguró que en Paraguay se volvió "bueno" y que demostró ser más paraguayo que muchos nacidos en esta tierra, desarrollando la parte más importante de su carrera y formando su familia a quí. Dejando como legado un invaluable ejemplo de honestidad, lucha y lealtad en pos de la verdad y de los más necesitados.

Aún así, con todos los pros y los contras de esta apasionante vocación (porque tiene que ser una pasión para decidir tomarlo como parte de nuestras vidas): ¡Feliz día, colegas! Empíricos, de carrera... No importa. Pero levantemos la voz en favor de la verdad, la justicia y la paz.

Seamos la voz de los sin voz que necesitan un país mejor.
(De hecho, todos lo necesitamos).



Y a modo de conclusión y con la imaginación de apagar velitas por este día, de corazón deseo la desmonopolización de los medios, que el "chonguismo" no sea el único modo de conseguir un trabajo digno en un país mediore como el nuestro .

Que el ADN de miedo no nos lleve a censurar noticas que escondan nuestras verdades. No podemos pedir un periodismo excelente cuando la sociedad misma es mediocre, cierto. Por eso, hagamos valer nuestro trabajo buscando dignificar la existencia de un país lleno de revoluciones, guerras y golpes de Estado, en pos de los más necesitados.

Lo que antes era la dictadura stroessnista, hoy es la dictadura de las corporaciones, la itaiputización del periodismo. Que la guerra de proporciones incalculables que hoy existe en nuestros medios, llegue a ser en favor de un pueblo que necesita de un cuarto poder sustentable, que busque el verdadero bien común, y que consiga un giro radical dentro de nuestra historia. Que no vendamos nuestra conciencia al mejor postor. Que con el paso de los años, lo único que va a quedar realmente plasmado, va a ser nuestra dignidad, aunque los "empresarios mediáticos" se nieguen a reconocerlo. Algún día, en este país, los buenos serán recordados como tales.

Esonomás.


¡CHEERS!

P.D.: Mis agradecimientos cordiales a la gente, familia, amigos, conocidos y hasta desconocidos que me hicieron llegar sus felicitaciones. Todavía no soy oficialmente periodista,pero a punto. Y me siento más periodista que muchos. Busco trabajo, por ahí saben de algún lugar que necesite redactora, productora o publicista, les estaré eternamente agradecida. Sería el mejor regalo que puedan darme hoy o cualquier día =)

jueves, 22 de abril de 2010

Inoportuna

Hoy no supe cómo empezar este post.
Debo asumir que personalmente, he tenido tiempos mejores.
Pero tenía que compartirlo, descargarme de aquello que me asfixia y que me cuesta tanto hacerlas palabras verbales.

Como siempre, creo que llegué tarde.
Llego tarde a las liquidaciones, cuando la canasta de ofertas está casi vacía, cuando solo quedan un par de zapatos que no son de mi calce y cuando solamente sobra un abrigo de piel de esos que siempre odié. Bien, los años me enseñaron a ver el lado bueno a todo. Me ahorré unos cuantos guaraníes que bien podría usarlos ahora para ir a despejar mi mente y distraer mi súper cabeza volátil.
Opto por ir al cine, o no, mejor me voy a tomar algo a ese lugar céntrico que siempre iba. No, ahí muy probablemente encuentre a alguien conocido. O lo que es peor, a él, que hasta estos instantes creo haber olvidado. Mejor voy a visitar a ese entrañable amigo que siempre está cuando lo necesito. Sí, eso voy a hacer. Pero al terminar esta entrada.

Suelo ser tan inoportuna a veces. Siempre intentando ir de contramano, es que pareciera que mi corazón sólo entiende de latir a contramano. Intento llegar a tu vida, así, despeinada y con el pijama puesto, porque así quiero que me conozcas, así quiero reconquistar tu corazón. Sin maquillaje ni caretas de por medio. Esta vez no.
Esta vez tengo intenciones de hacer las cosas bien. Aunque sea a destiempo.
Quiero darte cinco besos aunque apenas haya alcanzado el primero. Abrazarte cuando ni siquiera me pasaste la mano. Descalzarme y caminar a tu lado, cuando ni siquiera te invité a pasear.

¿Ves? Eso era lo que tanto me costaba decir. Y que si mis puños no existieran, nunca serían catarsis. Mis dedos pueden no ser tan vacíos como mis abrazos. Pero mi corazón es igual, solo que todo lo que ella resguarda está escondida bajo una media sombra que tejí para protegerme de la maldad y los dolores del mundo real. ¿Quién diría? Inconscientemente, termino haciendo lo que ya han hecho conmigo y nunca me ha gustado. No es maldad, repito, es inconsciencia. Es lindo sentirse así de amada. Creo que hoy estoy dispuesta a hacer sentir así también a alguien. No a cualquiera, sólo a él.

De a poco siento que fui aprendiendo de memoria tus gestos, aunque sé que justamente ahora te estás por ir. Me lo merezco, me lo merecí. Pero así soy yo. Como siempre, creo que llegué tarde. Una llegada tardía costumbrista, a las que mi corazón se fue acostumbrando poco a poco y con las experiencias. Quiero sacarnos una foto juntos, cuando veo que ya nos la han sacado y que no sé si alguna vez tendré el valor de revelarla. Sonrío antes de que me hagas reír (sé que lo harás). Y me abrazo a mí misma esperando que me cobijes (también sé que no tardarás en hacerlo). No necesito colgarme lágrimas, porque sé que no vas a lastimarme. Porque esta vez no miré a la persona equivocada, te miré a vos y en tus ojos no vi más que un caudal de sentimientos que no pueden hacerme menos que feliz.

Soy inoportuna. Narro cuentos e historias que empiezan por el final y terminan por el principio. Le pongo Graznidos de una Extraterrestre a un blog… ¿Inusual? Y escribo aunque no sepa si alguien me leerá y me criticará. Le hablo al viento sobre vos y debajo de mi almohada guardo sueños que quisiera hacerlos real. Mientras en mi mente me recuesto en tu hombro sin preguntártelo, sabiendo que estás molesto y herido y sin preguntarte si finalmente ahora te gustaría estar conmigo y hacernos compañía.

Así. Así de inoportuna soy. Le hago cosquillas a mis recuerdos y me doy la libertad de extrañar tus llamadas, tus gestos, tus detalles, tus sorpresas, tus filosofías, tu voz, tu calidez, tú persona… Así… Así de inoportuna como se me da enamorarme justo cuando me dejan de querer.



Ahora voy a ver a ese amigo que sé que no me juzga porque me conoce y me acepta como soy, con mis grandes limitaciones sentimentales y mi gran potencial para amar y darlo todo por los míos. Puede no darme el mejor de los consejos, pero me escucha, y al igual que este blog, solo deja que me descargue. Y después nos pondremos a cantar una canción para acallar a nuestras almas.

¡Arrivederci!






Para cerrar el capítulo de hoy, el tema que más me emociona de James Blunt. Si les es posible busquen la traducción de la letra. Lágrimas y lluvia no es una canción más, habla del miedo que tenemos a ciertas cosas y de la impotencia que sentimos por esconder lo que realmente somos. No habla solo de amor, habla de la vida. “Porque todo esto es más que sólo palabras: son lágrimas y lluvia”.

miércoles, 21 de abril de 2010

El mito de los cuentos de hadas

Hay una ecuación básica, casi elemental.
Si hay química y atracción, es muy probable que la relación vaya a buen puerto. A veces estos dos no se dan a primera vista y cada quien tiene que remar e ir en su búsqueda. Otras veces, sin embargo, ambos son instantáneos.
Ahora, como todo paraguayito, vamos a buscar culpables. Nos enamoramos de personas demasiado perfectas, idealización mediante. Y después, cuando conocemos al susodicho, vemos el gran error en el que nos inmiscuimos.

Pero en realidad yo no le culparía tanto a la idealización esa. Ella no es más que una víctima de aquellos cuentos de hadas que nos contaban de niñas.
Ahora sí, seamos sinceros. Nadie compra mujeres imperfectas, reales, mañosas, inseguras, con miedos y vértigos y con miles de defectos. Al menos, nadie las elige de la góndola sabiendo que vienen con semejantes componentes. Porque si ellos lo supieran antes, seguro que o no nos compran nomás o hacen la devolución dentro de las 48 horas establecidas por la tienda.
Nadie nos vende un electrodoméstico diciendo que nos va consumir tantos voltios al mes, sino diciendo que nos va a simplificar la vida.

Hasta acá, más que claro. Para algo tenía que existir la publicidad y el márketing. Una vez ya posteé sobre lo mal que juegan estos papeles en nuestra propia felicidad, así que ni pienso ponerme a analizarlos de nuevo porque me estresa.

Por ello voy a ir directo al grano.
Acá, frente al monitor de mi computadora, me vienen a la mente todos esos cuentos de hadas que nos vendieron de chicas. Por suerte mamá, más que sentarse al borde de la cama a leerme uno de esos libritos para que me duerma, hablábamos de nuestro día, me daba las buenas noches, un beso y punto. Pero no, con mi típica terquedad (ya desde niña) y yendo a la escuela, por algún u otro motivo, siempre terminaba leyendo o enterándome de alguno de esos cuentitos. Y hoy digo, ¡qué gran error! Los cuentos de hadas, así como parecen lindos e inocentes, también son traicioneros.

La Cenicienta, Blancanieves, la Bella Durmiente y no sé cuántas más eran las mujeres que todas nosotras, inocentes niñitas, queríamos ser de grandes (hoy día creo que es toda una suerte que las niñitas lean estos cuentos). ¿Había necesidad de contarnos esto? ¿No podían contar la historia de una chica temperamental, muy ciclotímica, con un carácter demasiado fuerte, llena de inseguridades, que le costaba un Perú conseguir laburo, que sí viajaba en bondi para ir a la facultad donde estudiaba lo que le apasionaba que era el periodismo, que soñaba con ser escritora, pero que como no tenía los contactos apropiados lo único que podía hacer era escribir en su propio blog, que a la vez lo usaba como método de descargue a todo lo que había en el mundo exterior e interior de su persona y donde escribía cosas que le costaban tremendamente decirlas y demostrarlas en el face to face? ¿Qué era demasiado imperfecta, pero de buen corazón y que tenía el problema de mirar al hombrecillo equivocado y miedo a corresponderle a quien le demostraba que sí lo merecía? ¿No podían contar algo parecido nomás? Que si bien podía ser una historia medio irónica y hasta traumatizante, al menos era real.

¿Nadie nos pudo advertir que los príncipes azules sólo existen en las páginas de algunos libros y que en la vida real fueron reemplazados por hombres de carne y hueso tan imperfectos como nosotras?

A lo mejor sí, hubiera sido mucho más fácil creer en eso de las carrozas, los despampanantes vestidos largos e inflados, que nos rescaten de cualquier agujero negro y profundo, nos salven de todos los males, nos cuidaran como si fuéramos pétalos de una rosa. No, eso sonó muy cursi. Y que nuestra historia, al igual que todas, terminara con un “y fueron felices para siempre”.

Si me preguntan qué clase de final prefiero, si triste o feliz, mi respuesta sería: un final real. Un final que te pueda pasar a vos, a mí o a cualquiera que lea o no lea este post. Un final que realmente no sea final, que cada día me permita crecer como persona, como humana. Que me nutra de lo que pueda enseñarme quien está a mi lado. Alguien con quien sepa que no somos eso de almas gemelas, pero que fácilmente podemos complementarnos, y que día tras día tengamos ganas de seguir conociéndonos y sorprendiéndonos.

Esonomásqueríadecir.*

Colorín colorado, este post se ha terminado.




*Para los que no me conozcan ni sepan lo que es eso, un silogismo frecuentemente utilizado por mi persona, sobre todo, después de largar algún improperio, enojo, molestia, consejo o recomendación, con la intención de dejar en claro alguna situación que me estaba incomodando. Gracias.

viernes, 16 de abril de 2010

1/2 incompleto


Estoy cansada de los términos medios.

¿Las medias partes nunca se cansan de ser simples objetos o momentos incompletos? La media luna que nunca llegó a ser luna llena. El medio tiempo que siempre se ve separado por 15 minutos de su otra mitad. El medio día y la media tarde que nunca pueden completarse y el medio Oriente que jamás se completó geográficamente.

Nuestra propia vida tiene sus mitades. O mejor dicho, vivimos a medias luego. Hacemos nuestro trabajo a medias porque siempre estamos medio contentos nomás con lo que hacemos, nunca nos sentimos enteramente apasionados por nuestra tarea porque medio que vivimos mensualmente solo para pagar la mitad de nuestras cuentas. Por lo tanto tampoco dormimos bien, porque medio sueño se empecina en seguir pensando con los ojos cerrados en las preocupaciones del día siguiente. Y al final medio almorzamos nomás porque después tenemos que volver a la oficina a hacer un trabajo que medio nos gusta nomás.

Vivimos a la medida. Nunca con un tiempito extra para divertirnos por completo, entonces medio que disfrutamos nomás por miedo a los excesos.

Del pasado nunca podemos desligarnos del todo. Remendamos a medias los recuerdos, medio que terminamos nomás los proyectos, dejamos a medias algunas frases por miedo a ser lastimados. Tejemos una media sombra donde refugiamos nuestras mitades incompletas. Dejamos a medio andar los caminos porque ya nos cansamos antes de tiempo. Y a medio batallar los desafíos por culpa de la impaciencia.

La vida y sus mitades. Crecemos en un hogar a medias. Esperamos a la media naranja que nos ofrezca gajos nomás de lo que quedó en otro plato, sin pensar si en realidad necesitamos una mitad para completarnos. ¿Acaso puede una simple mitad aportar algo para completarnos realmente? Esperamos en la mitad de una cama vacía, en la mitad de un departamento, vemos el vaso medio lleno o medio vacío, y sentimos solo media emoción de estar con alguien porque siempre existe la posibilidad de perderlo de nuevo. Entonces medio que nos ilusionamos nomás.

Decimos un Te Amo a medias, porque éste se volvió costumbrista y a veces ya es de boca para afuera nomás. En vez de buscarnos una tinta que escriba un Te Quiero sin quedarse en la T. O un amor que dure 13 meses y una pasión que sea de lunes a lunes. Una oferta de emociones y de ilusiones que veamos en el espejo cada vez que nos miramos en él. Mientras buscamos a quién escribirle una carta de amor completa, quien nos haga soltar una sonrisa fresca, espontánea e infantil de oreja a oreja y no en el medio de la cara.

Encontrar a la mitad que complete mi itinerario, pero que esté completo, por si mi propia mitad se pierde, para que sea él quien me cobije en invierno y sea yo quien lo despeine en primavera, acostados en el pasto viendo el cielo estrellado. Que me haga sentir mariposas en el estómago con solo mirarlo, que lustre mi corazón un poco herido, le pase un plumero a mis miedos y me devuelva las ganas de enamorarme que perdí hace tiempo, como para poder querer grabar su nombre completo. Que me ayude a no tomarme la vida tan en serio, que me enseñe que siempre se puede volver a creer.

Estoy cansada de las mitades que nos vendieron a fin de negociar nuestra felicidad, de que vivamos buscando lo entero, lo completo. Siendo que la mismísima felicidad plena no existe, que solo son mitades de bellos y gratos momentos compartidos.

Entonces, ¿en qué quedamos?
¿Medio feliz pero esperanzada de serlo completo?
¿Alguien me dice de dónde se compra la otra mitad de mi felicidad?

Media Veronica está rota, cansada de esperar
Media Verónica lamenta que el tiempo se consume
Y lo demás no cuenta
La vida es una cárcel con las puertas abiertas

miércoles, 14 de abril de 2010

Madre hay una sola


Sé que todavía no es el día de la madre, ni hoy es su cumpleaños. Pero ahora que me puse a pensar, muy poco hablé de mi mamá en los meses que llevo posteando en este blog. La habré mencionado con suerte dos veces, de las cuales una sola vez pude expresar parte de mi inmenso cariño hacia ella. Quizás esto se da porque para hablar de mi madre necesitaría un espacio aparte, uno muy grande. O quizás y sencillamente, porque para describirla a ella no alcanzarían las palabras y ninguna frase célebre que pudiera rebuscarme.

Mamá E.T. no es de esas típicas madres paraguayas, que se dedican a coser, planchar, lavar y mucho menos cocinar. Calculo que salí por ella en el aspecto de la cocina. Pero es totalmente verídico que si lo hace, todo, lo hace con absoluto amor. Así que a todo lo demás, le gana eso, el amor que le pone a cada acto. Y el hecho de que salga a las 6 de la mañana y regrese a casa a las 7 de la tarde después de una interminable jornada laboral para demostrarme lo indescriptible que es para ella sentirse útil e independiente. Y aparte, todavía tener tiempo para aguantar a tres hijos algunas veces latosos, otras regañones y otras veces llorones y malhumorados (sobre todo en estos dos últimos me ubico).

Recuerdo que mis hermanos y yo le dimos bastantes dolores de cabeza. Unos más que otros. En mi edad del pavo, mi relación con ella se veía constantemente interrumpida por los fallos y las constantes diferencias entre una adolescente que buscaba su identidad y su lugar en el mundo y una madre que perdía la paciencia con los berrinches de su hija. Por suerte, con los años aprendimos a apaciguar guerras campales a fin de evitar generar una Tercera Guerra Mundial. Y hoy día nuestras peleas se reducen a unos cuantos desplantes por parte de la inquietud y la independencia. A lo mejor su trabajo que implica socializar día tras día con adolescentes y jóvenes iguales o peores de lo que pude -o puedo- ser yo alguna vez, hacen de ella una madre moderna.

Siempre ha sido sobreprotectora. Y claro que esto ha sido motivo suficiente de discordia. Aún hoy, que es madre de un hijo casado, otro que pisa los treinta y una hija de veintitantos que todavía ni siquiera piensa en los compromisos que a ella le tocó asumir mucho antes. Fue madre joven. Motivo suficiente para entender por qué a veces pretende ser más una amiga o una hermana, que una propia madre. Y da gusto. Porque si hay algo que aprendí con el tiempo, es que es capaz de entregar su amor y su tiempo sin esperar que se lo agradezcamos. Y que cambiarla, es lo mismo que esperar que se inunde el Sahara. Porque ella nos quiere y nos cuida todos los días de su vida.

Porque ser madre es considerar que es mucho más noble cambiar pañales y dar la leche que triunfar en una carrera o mantenerse delgada. Aunque aquí me toque reconocer que agradezco haber tenido una madre biológica y otra a la que escogí (mi abuela), para que mamá E.T. pueda desarrollarse también profesionalmente, mientras nosotros, y sobre todo mis hermanos, jugábamos en casa de nuestros abuelos a lo que sea. Mientras papá trabajaba a sol y sombra para mantener dignamente a una familia que acababa de formar, y de la que se arriesgó a hacerse cargo, sin abandonar el hogar, sin demostrar cansancio, siempre dispuesto a alzarnos upa, a hacernos caritas graciosas y a jugar con nosotros alzándonos a caballito.

Ser madre, es una vocación sin descanso. Y agradezco a la mía por haber siempre dignificado nuestra existencia y la suya propia. Por habernos dado tanto, aún hoy. Por habernos prohibido unas pocas cosas y aún así dejar que cometamos nuestros propios errores para que al darnos cuenta de ello, pudiéramos recibir algunos reclamos, pero nunca sin terminar el hecho con un fuerte y cariñoso abrazo.

Me quejo. Me quejo de que cuando salga, mamá me llame cada dos por tres a preguntar si dónde estoy y a qué hora volveré y que la excusa de siempre sea “sé que vos no vas a hacer nada malo, pero los demás sí te pueden hacer algo”. Al final siempre sé que se va quedar desvelada hasta que yo regrese a casa, o que se va a dormir pero con el celular pegado a la oreja.

Al final creo que llegué a comprender que cuando todo el mundo se vaya, y a pesar de haber intentado rebelarme ante sus reglas, la única mano que podría encontrar sin dudar, sería la de ella. Quizás con muchos regaños de por medio, pero no sin un abrazo que me contenga y un “Te quiero” que me susurre a los oídos y que cada noche me va a retumbar como cierto poder mágico para seguir siempre adelante. Porque con los años comprendí que puedo pedirle que me espere con el portón abierto cuando llego tarde a casa, que puede entenderme cuando le cuento de mi crisis financiera o de mis problemas estudiantiles, que ella SÍ puede ser paciente cuando le respondo con un “no puedo ahora” o un “más tarde”. O que puedo llamarle a cualquier hora para llorarle mi pena de amor. O que puede soportar escuchar tantas veces que la califique de “pesada” porque se preocupa demasiado por mí. Pero que nunca dejaría que me quedara callada en el tubo sin al menos escuchar que en ese momento yo estaba bien.

Definitivamente, todo esto ya sabía hace mucho. Tal vez desde que nací lo supe. Desde que ella me gestó y me tuvo por primera vez en sus brazos, a lo mejor antes. Pero solo me pude dar cuenta hace pocos días, cuando me acogía una preocupación por una situación de mi vida que pensaba que si lo comentaba con ella, no recibiría más que reproches. Sin embargo, algo dentro de mí me dijo que era el momento de comprobar si eso sería verdad. Y lo único que hizo fue darme dulces palabras de apoyo, su mirada siempre cómplice y un afectuoso abrazo que sé que de ahí en más iría a parar entre los recuerdos más fraternales y mejor atesorados de mi vida. Sí, ella todo lo vale. Y este post es lo mínimo que se merece. Porque fue ella quien me impulsó a ir tras lo que me apasiona, desde el periodismo hasta el teatro.

“El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano”. Isabel Allende.

Dicen que madre hay una sola. Por suerte, porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces. Aunque la mía vale por tres. Y ojalá nunca tuviera que faltarme.



PD: En realidad también le debo lo mismo a papá E.T. Que pese a no coincidir conmigo en casi nada, jamás dejó de darme su apoyo incondicional. Esperen, dénme unos días, y a través de este blog, él también sabrá lo orgullosa que me siento por tenerlo como mi más grande ejemplo de lucha y de vida.

sábado, 3 de abril de 2010

¡Dejáte querer, mujer!

¿Por qué lo que de vez en cuando esa vocecita se vuelve tan frecuente en esta cabecita volátil?
Lo asumo, mucha falta me hace. Pero es difícil remediarlo.
No quiero sacar una vez más, mi lado oscuro en esta entrada. Por ese motivo, prefiero preguntar por qué algunas mujeres nos empecinamos en idealizar tanto al amor, en comprenderlo en un 100%, en enamorarnos hasta morirnos de amor y al final intentar perfeccionar como taradas a una persona tan mortal como cualquiera.

Firmemente creo que la frase más sabia que se dijo es “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Me pasó. Y no una, sino dos, tres y hasta cuatro veces. ¿Tan difícil resulta dejarnos querer por un hombre que realmente ha hecho méritos de querer estar a nuestro lado? No se trata de lástima ni compasión, se trata de llegar a idealizar el amor en una persona que sí lo merezca. Y no siempre en nuestro afán de querer a quien nos aporrea. ¿Tanto nos cuesta dar vuelta la página, cerrar el círculo y cambiar el final masoquista de nuestra historia?

La mujer dispone y se indispone, tiene más libertad de decisión instantánea. Mientras que el hombre debe arriesgar para ver qué hay del otro lado, sino puede quedarse con la duda eterna. ¿Por qué es tan difícil decir adiós a momentos y personas que pasaron por nuestra vida, cambiar el entorno y vivir sin ese adhesivo sin el cual vinimos al mundo? A fin de cuentas, nadie ni nada es indispensable. Ni una persona, ni una cosa, ni un lugar. No se puede vivir de recuerdos, del “era feliz y no lo sabía”, porque todo ocurre por alguna extraña razón, nada es por casualidad ni fuimos elegidos al azar. Lo que nos pasa no es más que una rutina costumbrista, que si no logramos despegarnos de ella, sería contraproducente para nuestra salud mental y para el amor propio.

Como diría Paulo Coelho: “No creo en las despedidas, si no estoy muerto”. Yo tampoco. Solo creo en que somos capaces de pasar la hoja y darle nuevos capítulos a nuestra propia existencia. No es pecado hacernos querer, que nos amen, que nos mimen, que nos apapachen, que nos hagan entender que no estamos solas en el mundo y que si bien ya somos independientes, nunca está de más sentirnos seres amados y capaces de amar. Una vez alguien me dijo que el amor no se puede demostrar. ¿Será? Y es que no es algo tangible, es más abstracto. Pero así como el sentido de protección y hasta de la duda, el amor se puede sentir. Y saber que siempre que se cierra una puerta, la vida nos abre al menos alguna ventana para darnos una oportunidad más de salir a buscar la felicidad. ¿No será eso lo que está haciendo ahora conmigo, pero que yo, en mi intolerable afán de perfeccionismo crónico, me niego a mirar?

Es necesario saber cuándo acaba determinada etapa de la vida, porque si nos empecinamos en permanecer en ella por más tiempo del necesario, perdemos la alegría, el sentido, y el tiempo.

Sí, el amor y la vida, guardan siempre un bello secreto bajo la manga.
¡Dejáte querer, mujer! Todas nos lo merecemos. Incluso yo.

Y mientras escribo estas líneas sigo pensando: ¿Por qué es tan difícil? Un sí o un no rotundo, puede cambiar divinamente el portuario amoroso de cada quién. Y lo sé. Pero sigo sin querer abrir los ojos. ¿Ironía o masoquismo? Sí, mi misma insistencia de siempre. No es mi lado oscuro. Así soy yo nomás.

Porque como diría un ídolo personal: "El tiempo le va dar la razón al corazón, a la música y al sentimiento. Nunca a los necios".
La canción del día, una salsa para alegrar algunos corazones y esperanzar a otros tantos.

Y ruego que no me pregunten por qué el amor anda siendo mi constante punto de inspiración últimamente, después de unas semanas con inspiración cero. Ni yo sé. Solo les aconsejo que lo disfruten. Ese es el único consejo extraterrestre que les puedo dar, porque hoy día mucho nos andamos olvidando de esa palabra: DISFRUTAR.

viernes, 2 de abril de 2010

Aquel marzo...

Ya sé que ya pasó la conmemoración oficial del Marzo Paraguayo, aquel fatídico recuerdo que sigue tan ferviente en nuestras memorias como si los años no hayan pasado nunca.
En mi afán de periodista, no dejé de recordar esos sucesos vistos en televisión y leídos en los diarios impresos, a los que fui sometida a tan corta edad en una mañana de Marzo de 1999. También tengo mis memorias. Y este es uno de esos ensayos escritos con mi puño y letra en memoria de aquellos misteriosos sucesos. Un 2 de abril, en que también se conmemora el quinto aniversario del fallecimiento del Papa Viajero, a quien también guardo en mi baúl de los recuerdos (para que vean que TODO cabe en mi volátil memoria).



Apenas las balas asesinas apagaron la vida del entonces vicepresidente de la República, se apagaron también las últimas chances de Cubas de seguir gobernando este país. Sin duda, fue el crimen político más dramático del siglo. En lo poco que quedaba de la plaza, entre fuego, ruido y violencia, todavía existía un ambiente de guerra, con olor a sangre y a pólvora, el estruendo de las sirenas, el griterío de la gente y la inmediatez de la muerte. Todo esto sin contar el miedo que nos invadía. Sí, lo teníamos todos. Y a cada segundo, aquel miedo se volvía más inminente cuando las imágenes mostradas en la pantalla del televisor evidenciaban esas horas de terror. Hoy, a 11 años de ese día en que la barbarie se levantó con uñas y dientes, la impunidad sigue instalada entre nosotros. Muchos aseguran que el sacrificio de jóvenes en la plaza, hace más de una década, no sirvió para nada. Pero en su momento, esa valentía logró borrar una larga historia de humillaciones y sometimientos. Aquella vez ganó la gente...


Gracias a esa reacción social luego del "asesinato" del Dr. Argaña, descubrimos que esta sociedad demarca límites muy nítidos en sus códigos de convivencia. La primera generación que creció sin restricciones políticas de ningún tipo, tuvo que salir a las calles a protestar para comprobar que la voz ciudadana puede llegar a tener fuerza. Y esa fue una gesta solidaria que fortaleció el poder de nuestra gente.

En aquel marzo se había cruzado el último límite de la racionalidad humana. Y con tanta bestialidad desatada, era increíble que no haya habiado más muertes. Nuestras jóvenes vidas no cedieron un centímetro de la muerte. Quizás Luis Ma. Argaña en realidad no fue asesinado, a lo mejor todo fue un montaje y un complot para sacar crédito político. Pero aquella patraña que significó su muerte, nos hizo sentir orgullosos y nos devolvió la rebajada dignidad como paraguayos.

Murieron ocho jóvenes y un vicepresidente, y pasó a la historia un juicio político, pero hasta hoy, todo sigue siendo un absoluto misterio. Sin embargo, aún así, en aquel marzo añejado ganamos la lucha por la posesión de la memoria y el respeto.

Aquel marzo... ganó el pueblo.