jueves, 31 de marzo de 2011

Miranda Priestly WANNABE!

No sé de dónde partir para comenzar esta entrada. A lo mejor la falta de práctica hizo que mi instinto creativo se atrofiara un poco… Mucho… Bastante, mejor dicho. Un mes de ausencia... No, un mes y medio… Poco más de un mes y medio entonces, si tenemos en cuenta que febrero solo trae 28 días, no 30 o 31 como todos los demás.

Lo más extraño de todo es que pasaron tantas cosas, viví tantas situaciones que casi debería de escribir una entrada chasqueando los dedos nomás ya. Pero no es tan fácil.

Algunas situaciones no resultan tan dignas de enorgullecer, otras no terminan de dar bronca y cierto sentido homicida. Y otras… Y no otras no dejan de dar cierta nostalgia y cierta tristeza… Humana.

Pocos días antes de que mi ser completito explotara y antes de que me pusiera a pegar gritos y dar patadas por toda la oficina, y después de terminar trabajos que no me correspondían, terminar la edición de abril de la revista y entregarlo casi casi completita, solamente por una cosa ínfima, las publicidades que faltaban recibir de los respectivos clientes. Era el 11 de marzo.

Después de completar 198 de las 200 recetas ara un especial, la edición de mayo estaba totalmente servida en bandeja de plata. Eran las 17:30 del viernes 11. Atrás quedaron los seis meses de trabajo duro, de parecer un pulpo sin tentáculos, de laburar horas extras (pagadas una sola vez), madrugar los sábados, cerrar la oficina a las ocho y no a las seis y media como ‘dictaba’ el horario normal, perderme una hora de almuerzo, de la una hora y media correspondiente, para asistir a sesiones de fotos, para entregar a algún compañero free lance los materiales de producción o esperar, en vano, que él llegara con los mismos en mano. O simplemente para hacer cualquier otra cosa que una persona trabajadora normal que vive dentro de los cánones normales no haría en su hora de descanso. Y todo por priorizar la labor para la cual me contrataron: producir una revista mensual. Negarme a hacer inventarios, a cambio de calentar agua para el mate o ir a comprar yerba para la media mañana de Miranda Priestly, WANNABE (sí, el personaje de Meryl Streep en El Diablo viste a la Moda o The Devil wears Prada).

Así es ella. Todo para qué, se preguntarán. Para ‘reestructurar la empresa’ (primera yo y después quién sabe). Así, en seco. Y encima de todo, no se hace cargo. Lo manda decir por otro séquito esclavo de Miranda WANNABE. Tarea fácil, sabrán los que me conocen, no fue tragarme mi orgullo. Ese afán de perseguir y defender siempre la verdad y los principios de una… Quedaron asquerosamente pisoteados. Una hora antes del horario de salida. Lindo mecanismo para que hoy se nieguen a dar certificado de trabajo que por decreto, derecho, ley y Código Laboral corresponde. Pero bueno. La injusticia gana, una vez más. Qué lo que tanto. Ni de referencia laboral sirvieron.

Atrás, pero muuuuy atrás quedaron esos seis meses de intento y esfuerzo. De pasar de no tener idea a manejar todo casi por completo. De ser contratada como productora, pero terminar siendo ordenanza, experta en planillas y hojas de cálculo de Open Office, excelente preparadora de mates y por poco yuyera también!

Por suerte, o por desgracia, me gustaría expresar en este caso, papá, mamá y Don Creador no me hicieron una persona desagradecida. Al contrario, me enseñaron a ser agradecida hasta con lo más ínfimo de este universo, a no renegar de nada, a no hacer algo de lo que pueda arrepentirme, a poner frente y dar la cara a los desafíos. A entregar el pellejo para sentirme satisfecha conmigo misma.

Y acá estoy. Desempleada, pero feliz. Feliz y satisfecha con el trabajo que hice, con lo aprendido en estos meses de ajetreo laboral y existencial algunas veces. Completa, por la experiencia adquirida. Experiencia que me enseñó a amar aún más lo que hago, muy por encima de las críticas destructivas. Me enseñó a reconocer qué, cuáles y cómo vienen las críticas constructivas y sobre todo, de quiénes vienen. Me permitió conocer el otro amplio mundo de la comunicación y el periodismo, que había sido no son los medios masivos nomás, que hay mucho más detrás.

Que existen personas retorcidas y por supuesto, demasiada competencia, que te hacen exigirte alcanzar la perfección, y que fugazmente uno se vuelve capaz de reconocer a quienes valen la pena y que muy probablemente estarán, ya desde siempre, en el futuro.

No me arrepiento de no haber hecho algo ni de haberlo hecho siquiera. Di mucho más de lo que creía estar dispuesta a dar y bastante más de lo que podía. Me equivoqué, fallé. Obvio, soy humana, de carne y hueso. Y ellos también. No soy rencorosa, pero con esta clase de gente eso se vuelve inevitable. Miranda Priestly WANNABE queda completamente eliminada de mi disco duro, le doy Shift+Delete y fin de la historia. Pero la experiencia vivida en su equipo de trabajo, perdura.

Mientras tanto sigo demasiado esperanzada, más que nunca diría. Me jodieron una vez más después de salir del nido de lagartos, como le llamamos unas cuantas. Pero ya fue. Pillé que estresarse por gente que no vale la pena, enferma, destruye y agota.

Las demás experiencias vividas en estas semanas están relacionadas a las viditas de Mica y Linda. Y de eso no me es grato hablar, de la negligencia y del uso de la medicina veterinaria nada más que como medio lucrativo.

Así puedo llegar a la conclusión de que marzo quizás no fue el mejor mes de lo que va del año. Pero no me da ser del todo pesimista, y acá entran mis amigos y mi familia, que supieron apoyarme en momentos de tempestad.

Además empieza abril, continúa el otoño y como diría Paiko, es hora de poder barrer viejas historias de ayer, tiempo de poder cambiar, de caminar y de correr. Ya no hay hojas secas en mi cabeza. No, definitivamente. Ni Miranda Priestly WANNABE pasándonos Biblias y más Biblias ni mirándome con ojos de búho guardián, como ella creía.

BORRÓN Y CUENTA NUEVA!

Si tengo que empezar de cero, adelante. A cuatro meses de ser licenciada, los proyectos y las ideas siguen cocinándose en el horno de mi cocina. Y las ganas... Más campantes que nunca. Ya no le puedo decir que no a lo que elegí. No tengo ganas de decirle que no.




Por cierto, si quieren conocer más esta historia, vean The Devil Wears Prada. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.


P.D.: Gracias a la amiga Lupe, quien me hizo ver esta película (la historia de nuestras vidas amiga!). Se las recomiendo, por cierto! :D

P.D. 2: Desde hoy, espero conservar mi libertad en el lugar al que vaya a laburar para poder escribir más seguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario