lunes, 17 de diciembre de 2012

De guerras internas


Pensaba que con el paso de los años, esto de creer en que un otro puede sentir a la par, dejaría de pasar solamente en las películas de amor para pasar en la vida real... En mi vida real. Pero lo que pasa en realidad es que cada vez me doy cuenta de lo difícil que es construir algo de a dos, disfrutar, esperar y entregarse.

Meses después de conocerle y cuando menos lo esperaba supe que era ESA persona porque me dejaba con una sonrisa inexplicable. Consiguió hacerme emocionar nuevamente, hacerme sentir indefensa, desprotegida, y con todos los sentidos en pausa. Me hizo volver a creer en esa posibilidad de que alguien comparta conmigo la idea de atracción, empatía, afecto, convirtiéndome automáticamente en una fugitiva, o lo que es peor, en mi peor enemiga.

Me encontró de casualidad, casi sin querer queriendo. Y cuando yo estaba dispuesta a cerrar la puerta y enfocarme en otras prioridades, él logró paralizarme y transformar todo el miedo que tenía en algo lindo.

Los detalles diarios me hacían muy feliz. Como cuando sabia a la perfección que una simple frase como "buen día mi amorcito", cambiaba completamente mi día. Cuando sabía que escuchar su voz al final de la noche alcanzaba para tener exceso de felicidad. Cuando yo sentía las mismas mariposas de la primera vez aún después de mil veces más. Cuando las sorpresas eran una constante y las mariposas aun no se convirtieron en murciélagos.

No sé lo que pasó. Sé que hoy ya no soporto la espera ni la intriga, y para no tener que tolerarlo me niego a contestar el contestar el celular y cierro el gtalk.Y si fuera por mí,lo haría todo más fácil mudándome y cambiando de nombre. Como si todo fuese tan fácil como huír de la realidad.

Hoy estoy peleando una guerra interna contra algunos sentimientos confusos, que quieren y no quieren. Con un espíritu que siente que ya está peleando al dope, sin fundamentos ni razón, vampirizando la expectativacon la que empezó la relación. Agotando mi alegría y haciendo tambalear mi fe.

Siento que ya hice todo lo que podía hacer. Entregué todo lo que tenía que entregar. Exprimí la última gota de sudor para seguir adelante, pero ¡qué difícil es remar cuando no hay agua! Tantas veces ya aposté  que todo saliera bien, tratando de recuperar y rememorar pequeños rasgos que al principio nos daban gran felicidad. Tantas veces aposté y tantas veces me salió mal, que hoy decidí que prefiero escapar, dar un paso al costado antes de que la desilusión me vuelva a alcanzar.

Y una vezmás prefiero optar por encerrarme en mi caparazón sin ventanas, hasta próximo aviso.

Me cansé de pelear contra miedos y demonios, estoy harta de pelear esta guerra interna que me trae confundida desde hace un tiempo. Que me tiene esperando un 14 de febrero, un 8 de mayo, un 16 de diciembre... Para recibir siempre más de lo mismo: nada.

Supongo que los miedos hay que enfrentarlos, exorsizar los demonios, curar la neurosis. Pero cuando sentís que ya diste todo lo que podías dar y ya no tenés energía ni nada más que entregar, se vuelve compicado disponerse a más.

Me cansé de la rutina, pero más me cansé de no ser una prioridad, de pasar del primero al último lugar en menos de tres años. Me cansé de decir "te quiero" y que me respondieran un "yo también", sin siquiera esa efusividad de los primeros tiempos.

Y no se trata de perder la confianza, de celos, ni de otros sentimientos similares. Se trata del amor propio. Polos opuestos se atraen hasta un determinado punto. Como todo, tiene límites. Y creo que hasta acá llegó el mío. No puedo tapar el sol con un dedo. Pero tampoco tengo más energía para enfrentar los miedos y las diferencias, perdí la seguridad de mirarles a los ojos y matenerles la mirada. Ya no me dan las fuerzas para agarrarles de los hombros y sacudirlos. Y también perdí la paciencia de agarrarle de la cintura y abrazarlo. No lo quería dejar escapar, pero ya le solté de los tobillos y le solté las esposas.

En retrospectiva,empiezo a creer que la vida toma rumbos inesperados, convirtiéndose en un conjunto de pequeñas decisiones que vamos acumulado día a dia. La ventaja es que con el tiempo se me irá haciendo más fácil pronosticar que me deparará el futuro porque ya vi las posibilidades que me generan cierto tipo de decisiones.

Aposté varias veces, algunas salieron bien, por lo que estuve dispuesta a continuar, pero a veces salieron mal y esta vez ya prefiero escapar, irme con las manos vacías, aún después de intentar.

Llevo conmigo un cajón de incertidumbre donde se almacenan los signos de pregunta, donde se crían laduda y la excusa espontánea. Creando una denuncia interior, el duelo entre la posibilidad de modificar una variable denuestra existencia y la comodidad de la permanencia en el estado conocido.

Esta guerra interior no solo es contra sentimientos confusos, también sumado a dramas familiares que me aquejan y todo junto genera incertidumbre y hace trastabillar todas mis certezas. Solo necesito compartir con una persona que al menos pueda comprenderme.

Es un esfuerzo que requiere mucho. Pero mientras la confusión esté presente, los demonios seguirán acechando. Y lo que menos necesito en esta etapa de mi vida es sentirme perturbada. Un amigo me enseñó que los hombres nunca se cansan, pero que las mujeres sí. Bueno, me cansé. Traté de hacerlo pasar por alto. Pero si solo yo reconozco lo que salió mal, las cosas van a seguir igual, pero a lo mejor poniendo distancia logro que mi autoestima mejore y consigo mantener el amor propio y la confianza en mí misma.



P.D.: Este blog hace alusión a la misma situación de Algo en común, que había escrito tiempo atrás. Sí, sigo siendo inoportuna.

Duelo

"La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente". Francois Mauriac. 


De polvo eres y en polvo te convertirás, reza un viejo y conocido refrán bíblico. Y la pregunta que me surge es: ¿Qué haríamos si supiéramos el día y la hora exacta en que nos convertiremos en polvo?

 Ayer cumplí 24 años y lejos de tirar la casa por la ventana, me tocó esconderme detrás de un antifazpara demodo a paliar el dolor. Tenía a cuestas dos guerras. La guerra interna contra los sentimientos confusos y muy por sobre todo, la guerra externa contra la muerte de un ser querido.

 Cuando perdí a mi abuela me acuerdo haberla mirado solamente por tres segundos en el cajón, y eso bastó para saber lo difícil que sería continuar el resto sin ella. Esta vez le tocó a mi primo. Cuando me avisaron no estaba dispuesta a creer. En 24 años nunca lo vi caer enfermo ni escuché que lo haya estado. Sin embargo se fue. Y con él me vinieron ideas muy locas y tristes a la vez. Su último deseo, quizás sin saberlo, era que en su velorio no hayan lágrimas, y que solamente le canten mariachis. ¿Cómo iríamos a permitir eso cuando el dolor que nos inundaba era tremendo?

Y es increíble. Tal y como lo dijo mi tío, un padre nunca desearía ser quien entierre a su hijo, cuando tendría que ser al revés. Sin embargo, ahí estaba él. Me empecé a plantear cosas que antes ya las había pensado, pero que esta vez cobraron fuerza. Cualquier puede irse. ¿Que acaso el Barbudo esoge a quien necesite primero? ¿A quien aparentemente ya haya cumplido con su misión? ¿A quién ya haya hecho todo lo debidamente correcto? ¿Cuándo nos vamos?

 No le quiero temer a la muerte, al fin y al cabo es lo único inevitable en esta vida. Pero cuesta enfocarse en una vida sin los seres amados. Yo, una persona tan temperamental, que odia los hospitales, los velorios y los cementerios, no me veo capaz de vivir sin los míos. De tener que visitarlos en otro lugar que no sea la casa.

Me pasa con Abuela, que desde que se fue, creo que todo se me hizo más difícil. Y no voy al cementerio por miedo a volver a llorar como aquel día, porque cuanto más pasa el tiempo, más la voy necesitando. Sin embargo eso no hace que no la tenga presente cada minuto en cada cosa que haga.

 En 15 días, el 31 de diciembre para ser exactos, Mario debía cumplir 45 años. Todos son buenos cuando mueren, otros siempre lo fueron, pese a sus defectos y a sus problemas, pero recién cuando se van, uno aprende a sacar lo bueno de esas personas. Ahora quedan para el recuerdo los tradicionales años nuevos en familia, en casa de tía, todos juntos, para hacer la previa del nuevo año mientras festejábamos el cumpleaños de Mario. Queda para el recuerdo sus malos chistes, su buen sentido del humor y sus piadosas mentiras para divertirnos. Su inconfundible estado de ánimo pese a los problemas y su espíritu, así tal cual.

Pensé que no me llegaría a afectar tanto, pensé que ya aprendí que la partida es la ley de la vida y que todos alguna vez nos encontraremos allá. Sin embargo esa espera es la que hace agonizar las ganas, el estado de ánimo y agudiza el llanto.

Odio las despedidas, siempre lo hice, pero la vida continúa. La muerte es algo irremediable, sin embargo, supongo las despedidas en vida pueden llegar a ser más desesperantes, ya que no son predestinadas.

No hay mucho que decir en estos momentos, más que dejar que el tiempo haga su trabajo. El duelo es interno. Pero el recuerdo de esos seres queridos que se van, aunque sean hechos inexplicables, será eterno.

Lo único que seguro es la necesidad de disfrutar la vida y de las personas que nos rodean, alguna vez ya no estaremos o ya no estarán y esa podría ser la peor de las culpas.


P.D.: Gracias a todos por las felicitaciones. No la pasé muy bien, para ser sinceros, quizás en los próximos posts comprenderán complemtamente todas mis razones. P.D. 2: No será mi mejor post,pero es lo más sincero que me salió en momentos con los ojos aguados, la mirada perdida y la cabeza llena de recuerdos.