lunes, 5 de mayo de 2014

Metamorfosis




Metamorfosis.
Para la RAE es la "transformación de algo en otra cosa. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza".
Para wikipedia la Tansformación-Metamorfosis es un "proceso por el cual un objeto o entidad cambia de forma. Cambio irreversible".
Si hablamos de las mariposas, la definición de metamorfosis se refiere "al conjunto de transformaciones externas e internas que sufre el insecto durante el ciclo comprendido entre el huevo y el estado adulto".
Y para los menos científicos, metamorfosis "deriva de un vocablo griego que significa transformación, haciendo referencia a la mutación, la evolución o el cambio de una cosa que se convierte en otra diferente".

Es tan difícil saber si estamos en el camino correcto para dejar de ser larvas y finalmente convertirnos en mariposas…


Existe un momento de nuestra vida en el que, queramos o no, nos damos cuenta que dejamos el estado de gérmenes y que estamos entrando a la vida adulta. Sí, a esa misma vida que muchas veces nos mira desde el mural y que acostumbra ponernos en situaciones curiosas y lugares inesperados.

Ese momento en que crecer se vuelve irremediable y que implica aprender a decir adiós a ciertas situaciones, cosas y personas. Resignarse y desprenderse de sueños y milagros, y aún así mantener la fe.

Y así llega ese momento en que entramos en medio de ese proceso de toma de consciencia para pillar que nuestra metamorfosis no fue lo rápida que hubiéramos deseado y que perdimos tiempo relajados en forma de gusanos, temiendo que alguna vez llegaríamos a convertirnos en mariposa.

La metamorfosis puede ser cruel y agónica. Dejarnos en el medio con una brecha de emociones reacia a aceptar alas prefabricadas, besos a medias y colores sombríos.

Y se vuelve difícil confiar en uno mismo siendo un gusano. Y solo queda comprender que para que éste pueda volar, debe comenzar a pensar como mariposa. Es decir, para llegar a ser la persona que uno desea, debe creer que puede y empezar a transitar el camino que lo lleve a ese lugar o que al menos lo acerque a la parada más cercana.

Muchas veces las cosas no van en la dirección que uno se propuso tiempo atrás. Y surgen acontecimientos que nos marcan a fuego lento modificando por completo nuestro ser, llegando a ese punto de inflexión que marca un antes y un después en la vida, haciéndonos sentir que hasta ese momento éramos alguien y al instante siguiente somos uno distinto.



Nadie dijo que el recorrido sería fácil, o si no no tendría mucho sentido. Y de repente el ritual cotidiano nos embarca dejándonos de pie frente a la rutina y empezamos a andar por inercia. Otras, sin embargo, la rutina nos comienza a pesar y nos detenemos a pensar: ¿Este es el peso que quiero cargar? Un trabajo que no nos genera placer, un novio que no queremos tener, una relación que ya no nos llena, una palabra atorada en la garganta, un perdón necesitando salir, una vocación pidiendo a gritos una oportunidad, un cambio demorado, una pasión tardía…

Probablemente el tiempo de mutar esté cerca y empezamos a elegir los colores para nuestras alas. Al principio sentimos temor, pero al final del proceso la metamorfosis nos permite modificarnos, reinventarnos y ampliar nuestros propios límites.

Cada frase representa una nueva pregunta y una nueva búsqueda que no nos garantiza nada, pero que nos mantiene esperanzados. Nos cuestionamos distintas cosas a los veinte que los treinta ya olvidamos, nos cuestionamos cosas a los cuarenta que a los cincuenta ya ni nos importa. Pero siempre existe una incertidumbre: ¿Qué quiero ahora?




Se instala esa duda y germina en nuestro interior. Palpita, late, se acelera y cobra vida. Y de repente, una mañana cualquiera nos sacude frente a una taza de café. Y así, a fuerza de ensayo y error llegamos a descubrir cuál es el motor que mueve nuestras vidas. Aunque algunos lo pillan mucho antes que otros.

A veces es probable confundir creyendo que llegamos a ese punto en el que convergen el ayer y el mañana, lo que fuimos y lo que seremos. Y otros capaz andemos toda una vida por el camino equivocado hasta que de repente y sin querer queriendo acertamos y damos en el ojo con ese tan ansiado click que veníamos buscando.

Quizás existe un futuro incierto que se vincula directamente con el ayer. Como por ejemplo, hoy queremos largar todo, colgarnos la mochila al hombro y recorrer el mundo en una kombi amoblada Peace&Love, con los pesos justos que nos permitan llegar a un lugar para empezar a vivir, propiamente dicho. A fin de cuentas, en la necesidad uno encuentra la creatividad de hacer y la urgencia de supervivencia.

Pero al día siguiente vuelven a saltar esas ganas de retomar la rutinaria vida, ir al laburo de siempre, odiar los lunes y amar los viernes, empezar algún curso de idiomas, continuar con el posgrado y el gimnasio.

Por un minuto soñamos ser rockstars, al minuto siguiente queremos volar…

La metamorfosis no es otra cosa que un constante proceso de mudanza interior, que se debate constantemente entre el ayer, el hoy y el mañana. Pasado, presente y futuro. Yin y yan. Alfa y omega.

La transformación no suele ser rápida. No como un parpadeo, como el aleteo de una mariposa o como una estrella fugaz. Pero su huella es eterna como el horizonte, como el tiempo y como la muerte.

Cuando nos transformamos es el momento de compartir los colores y la alegría de nuestra creación con el mundo.

Siento que mi metamorfosis hoy sigue siendo una sucesión de puntos suspensivos… ¿Y el tuyo?


Rock nacional para acompañar el momento divague del mes. Mariposa, vuela libre hermosa, vuela de este sucio lugar. Más claro, agua.