miércoles, 10 de febrero de 2010

El amor en los tiempos de cri$i$

En unos días es San Valentín, o el día mundial de las cajas en forma de corazón, de las promociones para dos con velas en restaurantes o de la venta de rosas rojas en tooodas las esquinas. O como prefiera llamarlo. Y es que, aunque originalmente es el día de los enamorados, el 14 de febrero, es sobre todo, una fecha que los comerciantes hicieron suya (como la Navidad, el día del niño, el día del animal, de los amigos, de los abrazos, ere erea), imponiendo la exigencia de regalar… Y negociar, claro está.

Cuando le comenté a mamá mi duda existencial sobre los idiotizados, me pregunta de manera tajante: “¿qué tenés en contra de los enamorados?”. Y no es nada personal. O sí, un poco. Y es que esta fecha es la excusa perfecta para bombardearnos a las solteras y a los solteros el hecho de que no tengamos un medio limón que alimente nuestra autoestima. Aún así, con el romanticismo que conseguí proscribir con los años, en la inútil espera de aquel ideal de hombre ya desterrado por la época superficial en la que vivimos, me sigo encantando, desencantando y enamorando una y otra vez. La ley de la vida es vivir con ese placer culpable. Todos tenemos a nuestra mitad, dicen por ahí.

El asunto es que el día de los enamorados, así como el de las madres, los padres, el de los abuelos, los hermanos y el de los amigos, debería ser cada uno de los 365 días del año. Apostar a la lealtad, al amor y a la confianza cada amanecer y oscurecer. Y no solo un 14 de febrero, un 15 de mayo, un domingo de junio, un 30 de julio…

Tiempo de cambio, de dudas y de grandes confusiones es este siglo XXI. En que tenemos la vida automatizada en todos los sentidos. Más allá de todas las tecnologías nuevas que surgen y de lo haraganes que nos van convirtiendo, el amor se puso de huelga.

Estamos tan ocupados en el ciberespacio que tenemos tolerancia cero y por ello las relaciones ya no son tan fructíferas como antes y el amor pasó a ser puro masoquismo. La caja boba nos lava los sesos haciéndonos creer que todo lo que hagamos debe ser recíproco y ya no estamos acostumbrados a ceder y ser nobles por placer propio más que por interés.

Los sentimientos ya no juegan ni siquiera un papel subliminal dentro del fucking businness mediático en el que vivimos y que nos condena. Los valores se van perdiendo y las relaciones se deterioran día tras día, casi sin darnos cuenta.

La otra vez, entrando en charla profunda con un amigo, logramos quitar una conclusión a todo esto: en los tiempos remotos, la gente se casaba porque se quería. ¿Y hoy? Quizás es una moda.


Los embarazos y las familias disfuncionales se pusieron muy in últimamente. El amor ideal, la virginidad hasta el matrimonio y las relaciones formales, han pasado de moda. Y todo se ha reducido al disfrute del momento. El amor eterno dura tres meses. Los matrimonios se contraen no tan rápido como se deshacen. Y la mejor solución a este problema hoy día está en la convivencia, que es la prueba obligada –más bien, excusa perpetrada- de que el matrimonio puede durar más de lo que dura una primavera. Aquí es donde pasamos a la fase del pleno idealismo… Roto. Cuando aquel hombrecillo presentable que iba a marcar los días de visita, deja de ser ideal cuando lo vemos despertar cada mañana con aspecto desprolijo, los pelos parados y la barba sin afeitar. Y cuando ellos consiguen ‘apreciar’ a su ‘princesa’ recién levantada, despeinada y a cara lavada. La magia perdura hasta que vemos a nuestro hombre perfecto en camisilla y con notables kilitos de más. Y el amor muere cuando ‘la Ruti’ se instala en el medio sin avisar.

¿Estamos perdiendo los antiguos valores? ¿O sólo es cuestión de adaptarse a los nuevos amoríos doctrinales o como les llamen a las costumbres contemporáneas?

La duda existencial es simple: ¿se nos está acabando el amor? O es que las mujeres, en nuestro afán por conseguir la igualdad de derechos, estamos desterrando sin darnos cuenta aquellos detalles invaluables que nos ofrecían los verdaderos caballeros que antes nos abrían la puerta del auto, nos llevaban flores a casa y nos quitaban la silla de debajo de la mesa para que nos sentáramos.

Las publicidades se han encargado de que la mujer sea objeto de deseo, más que de respeto. Nos degeneran tras el prototipo ideal de las pulposas y sofisticadas damas de la noche. Mientras nosotras tenemos que lidiar con nuestros propios problemas y complejos personales sin dejar de cuidarnos, estando impecables adentro y afuera del trabajo, producidas y elegantemente vestidas, para seguir exigiendo a los hombres que nos traten como damas. La carne es débil y no es culpa de ellos. Sino nuestra. Por permitir que nos degraden a tan bajo nivel como dama de compañía y no de realeza. Por eso les digo a las solteras que ese día celebren la libertad, el amor llegará si sabemos valorarnos a nosotras mismas. Porque hombres buenos, sí que los hay, aunque muchas veces estén tan escondidos o nosotras estemos tan sumergidas en nuestro mundo que no llegamos a darnos cuenta.

El mundo empezó a funcionar al revés. No me queda la menor duda. ¿Se nos acaba el amor o se nos fue de vacaciones nomás?

No, se modernizó había sido.



Y me pregunto yo, si hay un 14 de febrero en que se festeja el día de los enamorados, ¿por qué no puede ser el 13 de febrero el día de los enamorados que festejamos el Anti-San Valentín? De todas formas también sería una excusa para comprarnos cosas y mimarnos a nosotros mismos. ¿Qué más da?

1 comentario:

  1. yo opino que .l. el amor!!! jajajajajajajajajaja!!! y el 13 / 02 es la mejor fecha para ser feliz!!! jajajajajajajajajaja!!!

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