
Quise objetarla, con todos los respetos debidos, claro está. No sé si tenga tantos argumentos como ella para retrucar por qué aún creo en la fidelidad, pese a que hoy día la misma no pasó a ser más que un mito. Sí, señores. Llámenme tonta y con una idealización absurda. Pero para mí, la fidelidad junto a la confianza, siguen siendo las bases fundamentales para una relación. Particularmente cuando siento algo de verdad por alguien, tengo ese afán de entregarme en alma a esa persona (pareja, familia, amigos). Y tal vez ese sea el motivo por el que hoy me volví menos demostrativa. Las experiencias me habrán enseñado a no dar demasiado hasta no sentirme retribuida en una milésima parte.
Hasta que se cayó el altar en el que tenía a un amigo que estando de novio, también salía con mi amiga. Se excusaba diciendo que estaba confundido, que estaba enamorado de mi amiga, pero que no quería lastimar a su novia, que era una conflictiva explosiva. Y lo que empeora las cosas es que yo también conozco a la novia, es decir, tengo conocimiento extenso del triángulo amoroso. Y a partir de ahí empecé a estudiar la situación. No soy quién para meterme, pero ante todo voy a defender a una amiga que conozco hace más de 5 años que a un amigo que por más que me haya demostrado en poco tiempo el gran valor que tiene, se haya equivocado tan mal y se haya portado de la misma manera que siempre le confesé que odiaba que los hombres lo hicieran conmigo, jugando con los sentimientos de una chica enamorada e idiotizada, porque si hay algo que nadie me quita de la cabeza es que por lo general, el amor idiotiza.
En fin. El tema es que sí creo en la fidelidad. Y así como el pilar de mi filosofía es creer que todo lo malo me ayuda a crecer enormemente como persona, también creo firmemente que las relaciones (o intentos de relaciones) fallidas que tuve (y que tenga) en mi vida, no son más que una manera de prepararme y fortalecerme para cuando llegue la persona correcta. Uno aprende, en el camino, bajo el sol, en una puerta, a lado de una persona y aún distanciada de otra, que uno aprende a ver cuánto valoramos lo perdido (ley universal de la vida). Por lo tanto de las personas que pasen por nuestras vidas, sin importar el tipo de relación que nos una o cruce nuestros caminos, todos, absolutamente todos, dejan alguna huella. Y en el caso de las parejas nos preparan para recibir al indicado.

Creo en el amor, creo en las bases de una relación, en la paciencia (pese a que el Ser Supremo no me la dio como mi mejor virtud), en el diálogo, en la confianza, en el perdón (pese a mi orgullo a veces desmedido) y en la fidelidad, desde luego.
Tengo mis principios y mi carácter. Sería justo pedir que a la siguiente persona que me venga a buscar le diga que debe adaptarse a eso sin alternativa alguna. Por favor, eso no es amor. Amor no es simplemente aceptar al otro tal cual, es encontrar esa capacidad de complementarnos de a dos, de crecer juntos, de ceder e ir aprendiendo que la perfección no es lo que queremos en una persona, sino lo que la misma nos hace sentir.

Lo que sí, pese a mi feminismo, ¡déjenme que todavía crea en los caballeros!
Y en la fidelidad también.
P.D.: Dedicado a quienes creían que era una insensible y cero idealista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario