martes, 14 de diciembre de 2010

Así soy yo


A horas de cumplir veintidos años, y como si ya fuera un balance de fin de año, me detengo a repasar ciertas cosas que me definen, que me dan esta identidad y que jamás usaría como carta de presentación.

Que soy de lágrima fácil. Que puedo llorar viendo el noticiero o escuchando cantar a un niño, con la misma intensidad con que lloraría por una enorme desilusión.

Soy demasiado ansiosa e impaciente. Prefiero recibir un horrible No por respuesta, antes que esperar a que la respuesta no llegue nunca. Soy capaz de revisar el mail o el celular mil veces al día hasta que se me acalambren los dedos, y pierdo fácilmente la capacidad de concentrarme en varias cosas a la vez, mientras mis horas se vuelven propiedad privada de la impaciencia.

Le tengo miedo a casi todo. Aunque la súper FaTi a veces intenta ser más fuerte que cualquier alimaña. No es fácil someterse al castigo del vértigo y menos cuando se trata de perder mi orgullo.

Ah y soy extremadamente orgullosa. Me cuesta pedir perdón y a veces me bloquea tener que dar el primer paso.

A veces puedo ser demasiado sincera. Lo que no solo es una virtud, también un defecto. Peco de inoportuna y soy capaz de escupir las peores verdades en el momento menos indicado. (Discúlpenme, pero si hay algo que no tolero es la mentira y la deshonestidad).

Si me preguntan qué cosas me ponen de mal humor o qué cosas me hacen enojar, siempre opto por cambiar la pregunta a qué cosas no me hacen enojar.

Soy acelerada. Me cuesta relajarme cuando me siento presionada. Mi afán de perfeccionismo es capaz de llevarme a cometer errores gigantes.

Suelo tener mal humor y hace poco en el laburo me tacharon de argel y exigente. Odio que me interrumpan cuando estoy concentrada, si estoy leyendo, o si estoy escribiendo. Si suena el teléfono puedo no atender, así como puedo atender con evidente voz de fastidio. Sí, ya sé, el que estaba del otro lado del tubo no tenía la culpa de nada.

Soy impulsiva. A veces puedo gritar como condenada cuando algo sale mal, y otras puedo bloquearme por completo como buscando un escaparate a lo ocurrido.

Soy escéptica pero me interesa la astrología. No la unificación ni división de los astros, sino la percepción de los signos. Sí, los considero una boludez, pero me llaman tanto la atención así como la aromaterapia, los perfumes y el paracaidismo.

Pese a todo esto, que espero que después de que lo lean, no lo anden divulgando por ahí, también tengo mi lado bueno.


Intento ser optimista. Puedo estar mal un rato… largo. Pero aún así presiono la tecla “on” del positivismo y puedo seguir sonriendo. Difícilmente me verán sin la sonrisa colgada. Al fin y al cabo, todo lo malo, pasará.

Soy comprensiva, o al menos lo intento. Prefiero escuchar a las personas antes que juzgarlas por su condición. Veintidos años bastaron para aprender que cada persona es un mundo aparte. Aunque no lo crean viví algunas cosas fuertes que me hicieron dejar a un lado el prejuicio por quienes se sienten aislados.

Soy perseverante (entiéndase por terca). Cuando algo se me mete en la cabeza, pongo todo de mí para lograrlo, aunque eso implique enfrentarme a millones de No existentes en el universo. Créanme, en tan pocos años ya me enfrenté a varios de esos. Y siempre supe que en algún momento iba a llegar al Sí. (Papá, abuelo… No contaban con mi astucia!).

Tengo intuición. Si mi sexto sentido me sopla algo al oído, o si por cosas de la vida me acuerdo de alguien, es casi un hecho que sucederá o que esa persona aparecerá por “casualidad”. La pelea entre razón y percepción no resulta nada sencilla a veces.

Me entretengo fácilmente, y me aburro mucho más fácil aún. Me gusta doblar papelitos (hacer origami) y me da sueño estar sin hacer nada. Y aunque cueste creer, sigo siendo la misma soñadora e idealista de siempre, solo que intento mantener firmes mis pies sobre la tierra. Ya dejé de creer varias veces, pero después me hicieron volver a creer.

Trato de justificar hasta las peores actitudes de la gente. Siempre pienso que un mal comportamiento se debe a algo específico. Soy muy confianzuda. Me jugó varias veces en contra, pero sigo creyendo que en el mundo todavía existen algunas personas que valen la pena. Y aunque no parezca, soy propensa a dar segundas y hasta terceras oportunidades.

Soy conciente de que tengo un mal carácter. Que a veces levanto la voz y los demás sienten como que les estoy gritando. Que digo cosas de broma que terminan por caer mal a la gente. Que frustré varias carreras por no haber visto a tiempo qué era lo que realmente motorizaba mi vida. Hasta que descubrí que mis tres únicas pasiones son mi carrera, la música y ciertas personas que iluminan mi vida, que en momentos de miseria, angustia y decepción me regalan cariños y sensaciones.

Soy un poco de todo esto, aunque hay muchas cosas más que me gustaría llegar a ser.



¡Nos vemos el jueves 16!

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