viernes, 2 de abril de 2010

Aquel marzo...

Ya sé que ya pasó la conmemoración oficial del Marzo Paraguayo, aquel fatídico recuerdo que sigue tan ferviente en nuestras memorias como si los años no hayan pasado nunca.
En mi afán de periodista, no dejé de recordar esos sucesos vistos en televisión y leídos en los diarios impresos, a los que fui sometida a tan corta edad en una mañana de Marzo de 1999. También tengo mis memorias. Y este es uno de esos ensayos escritos con mi puño y letra en memoria de aquellos misteriosos sucesos. Un 2 de abril, en que también se conmemora el quinto aniversario del fallecimiento del Papa Viajero, a quien también guardo en mi baúl de los recuerdos (para que vean que TODO cabe en mi volátil memoria).



Apenas las balas asesinas apagaron la vida del entonces vicepresidente de la República, se apagaron también las últimas chances de Cubas de seguir gobernando este país. Sin duda, fue el crimen político más dramático del siglo. En lo poco que quedaba de la plaza, entre fuego, ruido y violencia, todavía existía un ambiente de guerra, con olor a sangre y a pólvora, el estruendo de las sirenas, el griterío de la gente y la inmediatez de la muerte. Todo esto sin contar el miedo que nos invadía. Sí, lo teníamos todos. Y a cada segundo, aquel miedo se volvía más inminente cuando las imágenes mostradas en la pantalla del televisor evidenciaban esas horas de terror. Hoy, a 11 años de ese día en que la barbarie se levantó con uñas y dientes, la impunidad sigue instalada entre nosotros. Muchos aseguran que el sacrificio de jóvenes en la plaza, hace más de una década, no sirvió para nada. Pero en su momento, esa valentía logró borrar una larga historia de humillaciones y sometimientos. Aquella vez ganó la gente...


Gracias a esa reacción social luego del "asesinato" del Dr. Argaña, descubrimos que esta sociedad demarca límites muy nítidos en sus códigos de convivencia. La primera generación que creció sin restricciones políticas de ningún tipo, tuvo que salir a las calles a protestar para comprobar que la voz ciudadana puede llegar a tener fuerza. Y esa fue una gesta solidaria que fortaleció el poder de nuestra gente.

En aquel marzo se había cruzado el último límite de la racionalidad humana. Y con tanta bestialidad desatada, era increíble que no haya habiado más muertes. Nuestras jóvenes vidas no cedieron un centímetro de la muerte. Quizás Luis Ma. Argaña en realidad no fue asesinado, a lo mejor todo fue un montaje y un complot para sacar crédito político. Pero aquella patraña que significó su muerte, nos hizo sentir orgullosos y nos devolvió la rebajada dignidad como paraguayos.

Murieron ocho jóvenes y un vicepresidente, y pasó a la historia un juicio político, pero hasta hoy, todo sigue siendo un absoluto misterio. Sin embargo, aún así, en aquel marzo añejado ganamos la lucha por la posesión de la memoria y el respeto.

Aquel marzo... ganó el pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario